“Dios sigue amando al mundo y nos envía a ti y a mí para que seamos su amor y su compasión hacia los pobres”: con estas palabras, Santa Madre Teresa de Calcuta exhortaba a todos los que se cruzaban en su camino, invitándolos a participar en la caridad hacia los más necesitados. Estaba profundamente convencida de que, al servir a los más pobres entre los pobres, no se debía actuar meramente como asistentes sociales, sino como hermanos que buscan a otros hermanos. Pues su caridad no era una simple filantropía, sino una caridad vivificada por la fe. Para ella, la urgencia no solo radicaba en liberar a las personas de la miseria material, sino también en transmitirles el mensaje sublime de que Dios es Amor, un amor que se encarna en la atención y el cuidado hacia su sufrimiento. Su pensamiento, en este sentido, era muy claro: "Dios se ha identificado con el hambriento, el enfermo, el desnudo, el que no tiene hogar; hambre no solo de pan, sino también de amor, de cuidados, de reconocimiento por parte de alguien; desnudez no solo de ropas, sino también de esa compasión que pocos sienten hacia quienes no conocen; falta de techo no solo por carecer de refugio material, sino por no tener a nadie a quien llamar próximo".
Nicolás de Mira, más conocido como Nicolás de Bari, fue un obispo nacido en Patara, Licia (actual Turquía), alrededor del año 270 d.C.. Es un santo que une a la mayoría de las Iglesias y confesiones cristianas, venerado tanto en Oriente como en Occidente. Su festividad se celebra el 6 de diciembre, día de su muerte, y el 9 de mayo, en conmemoración de la traslación de sus reliquias a Bari.
En el siglo XVII, la escuela en Francia ya no respondía a las exigencias de su tiempo. La enseñanza era dispersa, alejada de la realidad y de las necesidades de una sociedad en transformación. La cultura estaba reservada a una élite, y la escuela primaria seguía basada en el método individual. Un joven sacerdote tuvo el coraje de transformar la escuela, convirtiéndola en un lugar donde prepararse para la vida, además de aprender contenidos y conocimientos.
Cofundador de la Orden de los Mercedarios y Maestro General de los Dominicos, San Raimundo de Peñafort fue, sobre todo, un célebre experto en derecho canónico. Nació entre 1175 y 1185 en Villafranca del Panadés y estudió en la Catedral de Barcelona, donde posteriormente enseñó retórica y lógica.
Elegido a la edad de tan solo 54 años, Pío IX ostenta el récord del pontificado más largo de la historia, con 32 años, superando incluso la duración tradicionalmente atribuida a San Pedro. Sirvió a la Iglesia con gran celo, imitando al Buen Pastor. Impulsó las misiones, promovió la formación del clero y la vida religiosa, y difundió ampliamente el culto eucarístico, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y la veneración a la Virgen María. A través de numerosas instituciones sociales, ejerció la caridad en aquellos lugares donde se manifestaba la pobreza. Con paciencia cristiana, aceptó la incomprensión, la soledad y las adversidades causadas por los enemigos de Cristo y de la Iglesia.
Dos jóvenes madres: una de 22 años, que amamantaba a su hijo, y otra embarazada de ocho meses. Ambas eran catecúmenas y fueron encarceladas en Cartago, bajo el mandato del emperador Septimio Severo, en el año 203. Sus nombres eran Perpetua y Felicidad. Procedían de distintos estratos sociales: Perpetua, una joven patricia; Felicidad, su sierva. Sin embargo, las unía su fe en Cristo y el destino del martirio. Fueron arrestadas junto con Sáturo, su catequista, y otros catecúmenos: Saturnino, Revocato y Secundulo.
La fiesta del Rosario fue instituida por San Pío V con el nombre de "Santa María de la Victoria", en recuerdo permanente de la batalla de Lepanto, librada el 7 de octubre de 1571, en la cual la flota de la “Liga Santa” derrotó a la del Imperio otomano. Los cristianos atribuyeron la victoria a la protección de María, a quien habían invocado rezando el Rosario antes de la batalla.
Era una niña feliz, perteneciente a una familia animista acomodada, que vivía en Olgossa, en la región de Darfur, en Sudán. Tenía nueve años, en 1878, cuando fue secuestrada por mercaderes de esclavos. Su vida se transformó inmediatamente en una pesadilla. El shock fue tal que ni siquiera pudo recordar su nombre, y sus secuestradores, en tono de burla, la llamaron “Bakhita”, que significa “la afortunada”.
San Juan de Dios, cuyo nombre de nacimiento era Juan Ciudad, nació en 1495 en Montemor-o-Novo, Portugal. Pasó sus primeros años en esa ciudad antes de trasladarse a Oropesa, España, a la edad de ocho años. Participó en dos guerras, una en Fuenterrabía, en los Pirineos, y otra en Viena contra los turcos. Tras estos acontecimientos, regresó a España e inició un largo viaje de búsqueda espiritual, que lo llevó por diversas ciudades, entre ellas Sevilla, Ceuta, Gibraltar y, finalmente, Granada, donde trabajó como vendedor de libros. Después de escuchar una predicación de San Juan de Ávila, experimentó una profunda transformación espiritual, hasta el punto de proclamar su “locura” por Dios, lo que llevó a que lo recluyeran en el Hospital Real de Granada. Una vez liberado, decidió dedicarse por completo al servicio del Señor.
La Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa se unen en la celebración de la Natividad de María. Esta festividad nació en Oriente y fue introducida en Roma por Sergio I en el siglo VII. En ese día, una procesión partía de la iglesia de San Adriano en el Foro y llegaba a la Basílica de Santa María la Mayor. Según el calendario litúrgico, se conmemora el 8 de septiembre. En Oriente, la Natividad de María ya se celebraba en el siglo IV, vinculada a la construcción de la Basílica de Santa Ana en Jerusalén. Este lugar de culto se alzaba en el sitio donde se encontraba la casa en la que María nació de Ana y Joaquín. Desde Jerusalén, el recuerdo de la Natividad de María pasó a Constantinopla, y la Iglesia de Oriente la celebra vinculándola a la Concepción. No se debe olvidar que solo de Jesús, María y Juan el Bautista la Iglesia celebra el nacimiento en la tierra, además del nacimiento en el Cielo.
Mediador y artífice de paz en las disputas entre los municipios enfrentados, San Andrés Corsini, religioso carmelita y obispo de Fiesole, fue incluso encarcelado por su celo en favor de la concordia.
Es el fundador del monacato cenobítico y el primero que redactó una regla para la vida comunitaria. Se trata de san Pacomio, nacido hacia el año 292 en la Tebaida, región del Alto Egipto, en el seno de una familia pagana. A los veinte años fue reclutado a la fuerza por los ejércitos imperiales de Constantino para hacer frente a las incursiones persas. Recluido en una guarnición de Tebas junto a otros soldados y privado de alimento, fue socorrido por los cristianos del lugar. Impresionado por su caridad, Pacomio oró al Dios de los cristianos, prometiéndole que, si lo liberaba de sus cadenas, consagraría su vida al servicio de los hermanos. Y así fue: una vez puesto en libertad, se convirtió y recibió el bautismo.
La Archibasílica del Santísimo Salvador y de los Santos Juan Bautista y Evangelista, comúnmente conocida como San Juan de Letrán, es la Catedral de Roma. Mater et Caput de todas las Iglesias de Urbe y Orbe, es un punto de referencia para la Iglesia Universal. El 9 de noviembre celebramos su consagración, que tuvo lugar en el año 324 por el Papa Silvestre. Hace exactamente 1700 años.
Jesús, “quédate con nosotros y comenzaremos a brillar como Tú brillas, a ser una luz para los demás” (Meditations on Christian Doctrine, VII, 3). Esta célebre frase del Cardenal John Henry Newman resume su pensamiento y su legado. Fue una figura incómoda en su tiempo, que suscitó reacciones diversas, incluso entre los católicos. A él se debe la apertura hacia los laicos y su participación en la evangelización en una Inglaterra del siglo XIX, aferrada a las tradiciones y reacia a las innovaciones. Newman no fue un hombre que se acobardara y promovió un laicado inteligente y bien instruido: “Quiero un laicado que no sea arrogante, ni precipitado en sus palabras, ni polémico, sino hombres que conozcan su religión, que profundicen en ella, que sepan bien dónde se sitúan, qué creen y qué no creen, que conozcan su credo tan bien como para dar razón de él, que conozcan tan bien la historia como para poder defenderlo” (The Present Position of Catholics in England, IX, 390). Así, involucró a los laicos en la enseñanza y la catequesis, enfrentando oposición incluso entre el clero.
El pueblo la llamaba cariñosamente “Ceccolella”. Era conocida por su caridad y por no avergonzarse de extender la mano para pedir limosna en favor de los pobres. Y eso que era noble por nacimiento y por rango. Su nombre era Francesca Bussa de los Ponziani.
Nochebuena 1252 en Asís: Santa Clara estaba confinada en su cama en el dormitorio del monasterio de San Damián a causa de su enfermedad. Sus hermanas la dejaban sola para el rezo de maitines, pero a ella le hubiera gustado reunirse con ellas al menos esa noche. Así que pidió al Señor que le concediera su deseo, tal era su devoción al misterio del nacimiento del Salvador. Más de siete siglos después, el 14 de febrero de 1958, Pío XII proclamó a Clara patrona universal de la televisión y de las telecomunicaciones. El episodio sigue de actualidad, ya que, el día en que se celebra el nacimiento de la Santa al Cielo, el 11 de agosto, la Gobernación también la recuerda por su patronazgo de la Dirección de Telecomunicaciones y Sistemas de Información.
“Dios humilla grandemente al alma para luego elevarla mucho”: así se expresaba San Juan de la Cruz, reformador, junto con Santa Teresa de Jesús, de la Orden del Carmelo. Es considerado uno de los más importantes poetas de la literatura española. Sus obras más destacadas son: Subida al Monte Carmelo, Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva.
Es uno de los primeros cuatro Doctores de la Iglesia en Occidente, quien promovió la evangelización de Inglaterra y dictó las normas del canto sacro que de su nombre ha tomado denominación. Gregorio fue llamado con justicia Magno, pues sus obras y virtudes bien lo atestiguaron. Nacido en una noble y rica familia romana en torno al año 540, tuvo una buena formación cultural. Sus estudios abarcaron el derecho, la Biblia y las obras de los Padres de la Iglesia, en particular San Agustín.
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