Renunció a todo honor por seguir a Cristo en el camino de la consagración
Todo cuanto el mundo considera digno de deseo —honores, riquezas, nobleza, gloria, poder— lo poseía Luis Gonzaga desde su nacimiento. Y sin embargo, eligió ir contra corriente, apostarlo todo por Cristo y abandonar toda seguridad humana. Nacido el 9 de marzo de 1568 en el seno de la ilustre casa de los Gonzaga, como primogénito del marqués de Castiglione, el joven Luis tenía ante sí un porvenir de privilegios y grandezas. Sin embargo, prefirió la oración y la penitencia a las armas y al esplendor de la corte.