Fieles a Cristo y a la Iglesia hasta el martirio
Era el 22 de junio de 1535 cuando, en la Torre de Londres, se ejecutó la sentencia de muerte por decapitación contra el obispo de Rochester, Juan Fisher. El rey Enrique VIII lo había acusado de alta traición. Con la esperanza de obtener clemencia, el papa Pablo III lo había creado cardenal el 20 de mayo anterior, pero todo resultó en vano. La cabeza de Fisher permaneció expuesta a la entrada del puente de Londres hasta el 6 de julio, cuando fue arrojada al Támesis. En su lugar fue colocada la de Tomás Moro, Lord Canciller del Reino. También él había sido condenado a muerte por alta traición, y la sentencia fue ejecutada el 6 de julio de 1535.