22 de junio: Santos Tomás Moro y Juan Fisher
Fieles a Cristo y a la Iglesia hasta el martirio
Era el 22 de junio de 1535 cuando, en la Torre de Londres, se ejecutó la sentencia de muerte por decapitación contra el obispo de Rochester, Juan Fisher. El rey Enrique VIII lo había acusado de alta traición. Con la esperanza de obtener clemencia, el papa Pablo III lo había creado cardenal el 20 de mayo anterior, pero todo resultó en vano. La cabeza de Fisher permaneció expuesta a la entrada del puente de Londres hasta el 6 de julio, cuando fue arrojada al Támesis. En su lugar fue colocada la de Tomás Moro, Lord Canciller del Reino. También él había sido condenado a muerte por alta traición, y la sentencia fue ejecutada el 6 de julio de 1535.
Tomás Moro subió al cadalso con gran serenidad y, con notable sentido del humor, dijo al verdugo: «Ayúdame a subir al patíbulo; para bajar, ya me las arreglaré solo». Después de entonar el Miserere, se cubrió los ojos por sí mismo y luego inclinó la cabeza sobre el bloque. Sus últimas palabras fueron: «Muero como buen servidor del rey, pero ante todo como siervo de Dios».
Un obispo y un laico unidos en el martirio por haber permanecido fieles a Dios antes que ceder ante los abusos del poder.
Tomás Moro nació en Londres el 7 de febrero de 1478. Tras estudiar en la Universidad de Oxford y más tarde en los Inns of Court de Londres, se convirtió en un abogado muy estimado, miembro del Parlamento y juez de gran prestigio. Sirvió a su país en varios cargos importantes, pero nunca descuidó ni a su familia ni su vocación como estudioso destacado del Humanismo europeo. A los 41 años comenzó a trabajar directamente al servicio del rey y, con el tiempo, sus responsabilidades aumentaron hasta ser nombrado Lord Canciller del Reino a los 52 años. El 16 de mayo de 1532 dimitió de dicho cargo para no respaldar la política de Enrique VIII, quien estaba forzando al Parlamento y al clero a reconocer su autoridad sobre la Iglesia de Inglaterra. Fue arrestado y, tras quince meses de prisión, juzgado y condenado a muerte por negarse a prestar juramento de fidelidad al acto por el cual el rey se proclamaba cabeza de la Iglesia también en el ámbito espiritual.
Fue conocido por sus dotes intelectuales y por las ideas avanzadas que promovía. Fue uno de los primeros en querer garantizar a sus hijas la misma educación que se reservaba al hijo varón, una decisión sumamente innovadora para su época. Su producción escrita —en particular las traducciones del griego de Luciano, sus poemas y la obra Utopía— le dio gran fama. Utopía es su obra más célebre.
Juan Fisher nació en octubre de 1469 en Beverley y fue ordenado sacerdote en 1491. Obtuvo la protección de Lady Margaret Beaufort, madre del rey Enrique VII de Inglaterra. En 1497 se convirtió en su confesor y la persuadió para fundar dos importantes colegios universitarios en Cambridge: el Christ’s College y el St. John’s College. Mientras tanto, en 1504 fue nombrado canciller de la Universidad de Cambridge y obispo de Rochester.
Con la aparición de las tesis de Martín Lutero en 1520, Fisher comenzó a oponerse activamente. Escribió varios libros en latín contra el pensamiento luterano, ganándose una sólida reputación como teólogo a nivel europeo. En la Cámara de los Lores se opuso decididamente a cualquier intento del Estado de interferir en los asuntos de la Iglesia.
Cuando en 1527 se puso en entredicho el matrimonio entre Enrique VIII y Catalina de Aragón, el rey y el cardenal Wolsey consultaron a Fisher, quien defendió públicamente a Catalina, tanto por escrito como en predicaciones pronunciadas en Londres.
En 1531 se opuso abiertamente a la decisión de conferir a Enrique VIII el título de «Cabeza suprema de la Iglesia y del clero de Inglaterra», y en 1534 se negó a reconocer el Acta de Supremacía, por la cual el rey se proclamaba jefe de la Iglesia de Inglaterra, rechazando la autoridad del Papa.
En marzo de 1534 fue aprobado el Acta de Sucesión, que declaraba nulo el matrimonio entre Enrique y Catalina, y legitimaba en cambio el contraído con Ana Bolena. El 13 de abril del mismo año, Fisher y Tomás Moro se negaron conjuntamente a prestar juramento de fidelidad a esa ley. Aceptaban el orden de sucesión como decisión del Parlamento, pero no podían aceptar la parte que negaba la autoridad del Papa.
Juan Fisher y Tomás Moro fueron proclamados santos por Pío XI el 22 de junio de 1935 y, desde 1980, Moro es también conmemorado en el calendario de los santos anglicanos. En el año 2000, Juan Pablo II lo declaró Patrón de los gobernantes y de los políticos.
He aquí la célebre Oración del buen humor, tradicionalmente atribuida a Tomás Moro:
Dame, Señor, una buena digestión,
y también algo que digerir.
Dame la salud del cuerpo,
con el buen humor necesario para conservarla.
Dame, Señor, un alma santa,
que haga tesoro de lo que es bueno y puro,
que no se asuste del pecado,
sino que encuentre en tu presencia
el camino para volver a ponerlo todo en orden.
Dame un alma que no conozca el aburrimiento,
los refunfuños, los suspiros ni los lamentos,
y no permitas que me preocupe en exceso
por esa cosa tan molesta que se llama “yo”.
Dame, Señor, el sentido del humor,
concédeme la gracia de saber reír,
para que sepa sacar un poco de alegría de la vida
y pueda compartirla con los demás.
Así sea.
