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Durante el mes de septiembre se celebra en Castel Gandolfo el patrón San Sebastián Mártir

Un protettore contro i mali del corpo e dello spirito Correva l’anno 1867, in pieno agosto, quando un’epidemia di colera colpì i Castelli Romani. Ad Albano Laziale la popolazione venne quasi decimata con un tasso di mortalità elevato, come ricorda il “cimitero del colera o degli appestati”.  A Castel Gandolfo, invece, non si ebbe nessun malato, tanto che la popolazione gridò al miracolo, attribuendo lo scampato pericolo all’intercessione di San Sebastiano martire. Spontanea fu la processione con l’immagine del Santo per le vie della cittadina. Da allora, Castel Gandolfo celebra il patrono Sebastiano nei giorni 2-3 settembre, invece del 20 gennaio, in cui si ricorda la sua nascita al Cielo. Infatti, per perpetuare la memoria della protezione del Santo, dietro richiesta delle autorità e dei castellani, Pio VII con una Bolla permise la celebrazione della festa a settembre invece che il 20 gennaio.  Anche la direzione delle Ville Pontificie si unisce ogni anno ai festeggiamenti castellani in onore di San Sebastiano.  Chi era questo santo così popolare e invocato dai fedeli contro la peste e le epidemie? Suo padre era originario forse di Narbona in Gallia, mentre sua madre era milanese. Il primo documento che attesta il suo culto risale al 354, è il Cronografo, una raccolta di testi prevalentemente cronografici, opera di Furio Dionisio Filocalo, calligrafo e letterato. In esso troviamo un elenco dei martiri, nella Depositio martyrum, in cui si menziona che Sebastiano è sepolto ad catacumbas e che morì il 20 gennaio. Anche Sant’Ambrogio nel Commento al salmo 118 narra che il martire era cresciuto a Milano e si era trasferito poi a Roma. Si deve attendere il secolo successivo per veder apparire la prima Passio sul Santo, attribuita ad Arnobio il Giovane. Nel tempo vennero redatte altre agiografie, tra cui quella riportata nella Legenda Aurea del Beato Jacopo da Varagine.  La tradizione vuole che a Milano, Sebastiano fosse educato nella fede cristiana. Si arruolò nell’esercito di Diocleziano nel 283 circa, dove fece carriera, diventando capo della prima coorte della guardia imperiale di Roma. Durante la persecuzione di Diocleziano, grazie al suo incarico, salvò molti cristiani incarcerati.  La Passio racconta che un giorno due giovani cristiani, Marco e Marcelliano, figli di Tranquillino, furono arrestati su ordine del prefetto Cromazio. Il padre chiese trenta giorni di tempo prima che fosse celebrato il processo, per dare la possibilità ai suoi figli di cambiare atteggiamento e sacrificare agli dei. Marco e Marcelliano si stavano convincendo, quando Sebastiano fece loro visita e li invitò a non rinnegare la fede. Mentre parlava loro, il viso del santo si irradiò di luce e i presenti rimasero colpiti dal prodigio. Tra questi, Zoe, moglie di Nicostrato, capo della cancelleria imperiale, che era muta da sei anni. La donna si gettò ai piedi di Sebastiano, il quale le fece un segno di croce e riacquistò la voce. Questo miracolo portò alla conversione di Zoe e di suo marito Nicostrato, del cognato Castorio, del prefetto romano Cromazio e di suo figlio Tiburzio. Quasi tutti nel corso del tempo morirono come martiri.  La notizia che Sebastiano era cristiano giunse inevitabilmente a Diocleziano, il quale gli disse: “Io ti ho sempre tenuto fra i maggiorenti del mio palazzo e tu hai operato nell’ombra contro di me”. Fu così che venne condannato a morte. Legato a un palo sul Palatino, fu trafitto da moltissime frecce. I soldati, credendo fosse morto, lo lasciarono in preda alle bestie selvatiche. Una matrona romana di nome Irene, che poi divenne Santa, volle recuperare il corpo per seppellirlo, ma si accorse che era ancora vivo.  Allora, lo portò a casa sua e lo curò. Prodigiosamente guarito, Sebastiano non abbandonò la città, ma testimoniando la sua fede, si recò da Diocleziano nel tempio del Sole Invitto, e lo rimproverò per le persecuzioni contro i cristiani. Sorpreso di vederlo, l’imperatore ordinò che fosse flagellato a morte nell’ippodromo del Palatino e gettato nella Cloaca Maxima. Era il 20 gennaio 304. Una donna di nome Lucina recuperò il corpo e lo seppellì al III miglio della via Appia, dove attualmente si trova la basilica fuori le mura a lui dedicata.  Per le sue piaghe, Sebastiano è invocato come protettore degli appestati ed è patrono dei vigili urbani, arcieri, archibugieri, tappezzieri, fabbricanti di aghi, Confraternite e Arciconfraternite della Misericordia d’Italia.
Protector contra los males del cuerpo y del espíritu

Corría el año 1867, a mediados de agosto, cuando una epidemia de cólera asoló los Castelli Romani ubicados en los Montes Albanos, en la provinciaa de Roma.

En el municipio de Albano Laziale, la población quedó casi diezmada con una elevada tasa de mortalidad, como recuerda el «cementerio del cólera o de la peste».

En Castel Gandolfo, en cambio, nadie enfermó, al punto que la población invocó el milagro y atribuyó la salvación a la intercesión de San Sebastián Mártir. Espontánea fue la procesión con la imagen del Santo por las calles de la ciudad. Desde entonces, Castel Gandolfo celebra a su patrón Sebastiano los días 2 y 3 de septiembre, en lugar del 20 de enero, cuando se conmemora su nacimiento en el cielo. De hecho, para perpetuar el recuerdo de la protección del Santo, a petición de las autoridades y del pueblo de Castel Gandolfo, Pío VII promulgó una bula que permitía celebrar la fiesta en septiembre en lugar del 20 de enero.

La dirección de las Villas Pontificias también se une cada año a las celebraciones del castillo en honor de San Sebastián.

¿Quién era este santo tan popular e invocado por los fieles contra la peste y las epidemias? Su padre era posiblemente de Narbona, en la Galia, mientras que su madre era de Milán. El primer documento que atestigua su culto data del año 354 y es el Cronógrafo, una colección de textos principalmente cronográficos de Furio Dionisio Filocalo, calígrafo y hombre de letras. En él encontramos una lista de mártires, en la Depositio martyrum, que menciona que Sebastián está enterrado ad catacumbas y que murió el 20 de enero. San Ambrosio menciona también en su Comentario al Salmo 118 que el mártir creció en Milán y luego se trasladó a Roma. Hasta el siglo siguiente no apareció la primera Passio sobre el Santo, atribuida a Arnobio el Joven. Con el tiempo se escribieron otras hagiografías, entre ellas la de la Legenda Aurea del beato Jacopo da Varagine.

Según la tradición, Sebastián fue educado en la fe cristiana en Milán. Se alistó en el ejército de Diocleciano alrededor del año 283, donde hizo carrera, llegando a ser jefe de la primera cohorte de la guardia imperial de Roma. Durante la persecución de Diocleciano, gracias a su cargo, salvó a muchos cristianos encarcelados. 

La Passio cuenta que un día dos jóvenes cristianos, Marcos y Marceliano, hijos de Tranquilino, fueron arrestados por orden del prefecto Cromacio. El padre pidió treinta días antes de que se celebrara el juicio, para dar a sus hijos la oportunidad de cambiar de actitud y sacrificar a los dioses. Marcos y Marceliano estaban convencidos, cuando Sebastián les hizo una visita y los instó a no renegar de la fe. Mientras les hablaba, el rostro del santo se iluminó y los presentes quedaron impresionados por el prodigio. Entre ellos, Zoe, esposa de Nicóstrato, jefe de la cancillería imperial, quien llevaba seis años muda. La mujer se arrojó a los pies de Sebastián, quien le hizo la señal de la cruz y ella recuperó la voz. Este milagro llevó a la conversión de Zoe y de su esposo Nicóstrato, de su cuñado Castorio, del prefecto romano Cromacio y de su hijo Tiburcio. Casi todos, con el tiempo, murieron como mártires. 

La noticia de que Sebastián era cristiano llegó inevitablemente a Diocleciano, quien le dijo: "Siempre te he tenido entre los más importantes de mi palacio y tú has obrado en la sombra contra mí". Fue así como fue condenado a muerte. Atado a un poste en el Palatino, fue atravesado por muchas flechas. Los soldados, creyendo que estaba muerto, lo dejaron a merced de las bestias salvajes. Una matrona romana llamada Irene, quien luego se convirtió en Santa, quiso recuperar el cuerpo para sepultarlo, pero se dio cuenta de que aún estaba vivo. Entonces, lo llevó a su casa y lo cuidó. Prodigiosamente curado, Sebastián no abandonó la ciudad, sino que, dando testimonio de su fe, se dirigió a Diocleciano en el templo del Sol Invicto y lo reprendió por las persecuciones contra los cristianos. Sorprendido de verlo, el emperador ordenó que fuera flagelado hasta la muerte en el hipódromo del Palatino y arrojado a la Cloaca Máxima. Era el 20 de enero de 304. Una mujer llamada Lucina recuperó el cuerpo y lo sepultó en el tercer miliario de la vía Apia, donde actualmente se encuentra la basílica extramuros dedicada a él. 

Por sus heridas, Sebastián es invocado como protector de los apestados y es patrón de los policías municipales, arqueros, arcabuceros, tapiceros, fabricantes de agujas, Cofradías y Archicofradías de la Misericordia de Italia. 

Leyenda: Círculo de Siciolante, Girolamo llamado el Sermoneta (Sermoneta 1521 - Roma 1575); o círculo de Vasari, Giorgio (Arezzo 1511 - Florencia 1574), Retablo: San Sebastián recibe la corona y la palma del martirio, mediados del siglo XVI, Museos Vaticanos.

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