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Entrevista con Antonio Boemo, coordinador del proyecto para la realización del belén de Grado en la Plaza de San Pedro

Jesús nace en la laguna envuelta en brumas

La laguna, con sus aguas casi estancadas, aves acuáticas como ánades reales, gaviotas, garzas y charranes, además de la flora autóctona, los islotes y la omnipresente niebla, recrea a la perfección el ambiente evocador de la Isla del Sol, donde se encuentra Grado. Esta pequeña localidad friulana, conocida como hija de Aquilea pero madre de Venecia, ha sido la inspiración para representar el nacimiento de Jesús en la Plaza de San Pedro durante la Navidad de 2024.

No cabe duda de que toda la comunidad local ha estado implicada en la concepción y ejecución de este belén, cuya originalidad radica en su conexión con las aguas y en el ingenio de sus creadores. Así lo explica Antonio Boemo, coordinador y promotor del proyecto, en esta entrevista para www.vaticanstate.va.

 

¿Cuál es la característica principal del belén de Grado?

La característica más destacada es, sin duda, la representación de la vida en la laguna. Se trata del belén de la comunidad de Grado, diseñado y realizado por sus propios habitantes, quienes conocen profundamente este entorno único.

El belén se sitúa en la extensa laguna de Grado, salpicada de más de un centenar de islotes llamados mote. La escena de la Natividad se ubica dentro de un casòne, una construcción tradicional de cañas habitada antiguamente por pescadores.

La ambientación elegida evoca los primeros años del siglo pasado, cuando la laguna aún albergaba a cientos de habitantes. Hoy, apenas quedan quince personas, incluidos los monjes del santuario-isla de Barbana.

Este entorno se ha recreado con gran riqueza de detalles, desde la vegetación autóctona hasta la fauna local. Una novedad de esta instalación es que la mota que alberga el casòne está rodeada por agua, contenida dentro de un dique de unos 100 metros de largo.

El proyecto fue diseñado por el arquitecto Andrea de Walderstein, quien también dirigió las obras. La instalación ocupa un área de 14 por 30 metros e incorpora alrededor de 35 metros cúbicos de agua.

 

¿Qué materiales habéis utilizado?

Los materiales principales son la madera y la caña palustre para construir el casòne, imitando las técnicas tradicionales de los pescadores. Los diques que rodean la mota están realizados en poliestireno moldeado y trabajado a mano para asemejarse a los auténticos. Una lona de PVC sirve como contenedor para el agua, que alcanza una profundidad de 20 centímetros, permitiendo que dos barcas típicas de madera (batele) floten: una transporta a los Reyes Magos y la otra a una familia de pescadores.

La batela de los Reyes Magos es remada por una mujer, reflejando la tradición lagunera, donde todos, excepto los niños pequeños, colaboran en las actividades.

El entorno se completa con plantas naturales de gran tamaño, hierba y flores, además de aves de la laguna recreadas con plástico pintado a mano mediante impresión 3D.

Entre otros detalles, hay una pequeña playa donde una abuela cuida a los niños y al perro familiar.

Todos los elementos han sido diseñados para ser desmontados fácilmente y transportados en contenedores desde Grado hasta la Plaza de San Pedro y de vuelta. Por ejemplo, el dique consta de 102 piezas de poliestireno trabajadas a mano para simular rocas, mientras que el gran casòne se divide en 18 piezas, y el espacio de servicio, en 12.

Además, se ha editado un folleto que será distribuido durante la inauguración del belén en la plaza y también se instalarán códigos QR que permitirán a los visitantes acceder a más información.

 

¿Y las figuras?

Una característica destacada son las figuras casi de tamaño real, creadas por los artistas locales Lorenzo Boemo y su hija Francesca. Estas esculturas únicas combinan materiales diversos como tejidos, plásticos, metales, madera y arcilla, utilizando el barro característico (nùo) de la laguna.

 

¿Cuánto tiempo y cuántas personas participaron en el proyecto?

El éxito del proyecto se debe a un equipo de unas cuarenta personas, en su mayoría miembros de distintas asociaciones locales que se han volcado en esta aventura.

Entre ellos, encontramos artesanos expertos en la construcción de casòni, carpinteros, maestros de ribera para las batele, pescadores que han creado redes de pesca y, por supuesto, artistas para las figuras.

El trabajo, realizado a lo largo de varios años, ha sido especialmente intenso fuera de la temporada turística, que en Grado dura seis meses. Durante este tiempo, muchos aprovecharon sus ratos libres para avanzar en el proyecto.

 

¿Qué diferencia este belén de los tradicionales?

Grado cuenta con una larga tradición en la elaboración de belenes. La idea de ambientarlos en la laguna fue el germen de la exposición “Presepi a Grado”, que hoy es una de las más importantes del Friuli Venezia Giulia, con hasta 300 belenes expuestos.

Los elementos diferenciadores son, por un lado, la ambientación marítima y, por otro, la exposición de grandes belenes a lo largo de las calles venecianas del centro histórico, así como en los barrios de la isla y en las localidades cercanas de Fossalon y Boscat.

 

¿Qué os motivó a proponer este belén para la Plaza de San Pedro?

Todo comenzó como un sueño. Durante veinte años, organicé la exposición de belenes en Grado y siempre aspiré a llevar nuestra propuesta a la Plaza de San Pedro. Aunque fue un gran reto, pronto conté con el apoyo de Andrea de Walderstein y la colaboración de la región del Friuli Venezia Giulia, el municipio y muchos voluntarios.

Formar un equipo parecía difícil al principio, pero la finalidad del proyecto motivó a todos a comprometerse al máximo.

 

¿Qué vínculo existe entre la tradición del belén y la fe?

Grado es una comunidad profundamente ligada a la fe. Un ejemplo es la antigua costumbre de los pescadores de destinar una parte de sus ganancias diarias al sustento de la Iglesia.

Otro ejemplo es la procesión votiva del Perdón de Barbana, una tradición que data de 1237, cuando los habitantes de Grado agradecieron a la Virgen por salvarles de la peste. Desde entonces, esta procesión se ha mantenido viva, incluso durante las guerras, aunque con representaciones más reducidas en esas épocas.

 

(Nicola Gori)

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