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8 de septiembre: Natividad de la Bienaventurada Virgen María

El cumpleaños de la Madre de Jesús

La Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa se unen en la celebración de la Natividad de María. Esta festividad nació en Oriente y fue introducida en Roma por Sergio I en el siglo VII. En ese día, una procesión partía de la iglesia de San Adriano en el Foro y llegaba a la Basílica de Santa María la Mayor. Según el calendario litúrgico, se conmemora el 8 de septiembre. En Oriente, la Natividad de María ya se celebraba en el siglo IV, vinculada a la construcción de la Basílica de Santa Ana en Jerusalén. Este lugar de culto se alzaba en el sitio donde se encontraba la casa en la que María nació de Ana y Joaquín. Desde Jerusalén, el recuerdo de la Natividad de María pasó a Constantinopla, y la Iglesia de Oriente la celebra vinculándola a la Concepción. No se debe olvidar que solo de Jesús, María y Juan el Bautista la Iglesia celebra el nacimiento en la tierra, además del nacimiento en el Cielo.

No hay muchas informaciones acerca de la infancia de María; lo poco que sabemos nos lo refieren los evangelistas Lucas y Mateo. Algunas tradiciones señalan el lugar de nacimiento de María en Galilea, aunque otras, más probables, lo sitúan en Jerusalén.

En cuanto al día del nacimiento de la Virgen, hallamos noticias en el Protoevangelio de Santiago, un texto apócrifo del siglo II, en el que se narran detalles de la vida de la Virgen. En particular, se describe el sufrimiento de Ana y Joaquín, pues no podían tener hijos, hasta que la situación cambia gracias a la intervención del Señor y al consiguiente nacimiento de María. El texto relata que Joaquín, muy devoto, se alejó del Templo cuando le fue prohibido ofrecer sacrificios a Dios por ser estéril. Entonces, se unió a unos pastores en el desierto, elevando continuas oraciones al Señor. Ana, a quien su esposo había dejado sola, también oraba insistentemente. Sus plegarias fueron escuchadas, pues un ángel se les apareció anunciándoles el nacimiento de una niña, cuyo nombre sería María; ella viviría en el Templo y estaría destinada a dar al mundo al Hijo de Dios. Ana y Joaquín se reunieron, y María nació sin mancha de pecado original. Su madre le enseñó las tareas propias de las mujeres de la época y la introdujo en la oración y el conocimiento de Dios. Luego, fue llevada al Templo para ser instruida por los sumos sacerdotes, donde pasó su infancia sumida en la oración.

El Evangelio del pseudo-Mateo, escrito en latín entre los siglos VIII y IX, también hace referencia a los padres de María. Otros datos los encontramos en la Leyenda Áurea, del dominico Jacopo da Varazze, escrita entre 1260 y 1298, donde se recogen algunos episodios de la vida de María y de sus padres. A lo largo de los siglos, la fiesta de la Natividad ha inspirado a artistas y fieles. Muchas iglesias fueron dedicadas a su nacimiento. Ya desde el siglo X, esta tradición fue introducida en Milán, hasta el punto de que San Carlos Borromeo dedicó el Duomo a Santa María Nascente.

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