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23 de septiembre: San Pío de Pietrelcina

Imagen viva de Cristo sufriente y resucitado

"Quiero ser solo un pobre fraile que reza". Así solía decir San Pío de Pietrelcina, bautizado como Francesco Forgione, ante las miles de fieles que acudían a él. ¿Por qué tanta popularidad para un simple capuchino que vivía en un pequeño pueblo en el Gargano? El secreto era que todo aquel que le conocía veía en él una imagen viva de Cristo sufriente y resucitado.

Padre Pío nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, provincia y diócesis de Benevento. A los cinco años, comenzó a sentir la llamada a la vida religiosa. Inspirado por el ejemplo de fra Camillo de Sant'Elia a Pianisi, un capuchino que solía pedir limosna en su pueblo, decidió seguir sus pasos. El 6 de enero de 1903, ingresó en el noviciado de los Frailes Menores Capuchinos de la provincia religiosa de Sant'Angelo-Foggia, en Morcone, a pocos kilómetros de Pietrelcina. El 22 de ese mismo mes tomó los hábitos y cambió su nombre a fra Pío. El 27 de enero de 1907, emitió sus votos perpetuos. Debido a problemas de salud, tuvo que abandonar el convento y los estudios, y regresar a casa. El 10 de agosto de 1910 fue ordenado sacerdote en Benevento.

El 6 de noviembre de 1915, durante la Primera Guerra Mundial, fue reclutado, pero padeció una misteriosa enfermedad que le provocaba fiebre superior a los 50°C.

En septiembre de 1916, fue enviado al convento de San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta su muerte. El 16 de marzo de 1918 fue dado de baja por una bronco-alveolitis doble. Entre el 5 y el 7 de agosto de 1918, experimentó el fenómeno místico de la transverberación. El 20 de septiembre siguiente, mientras estaba en el coro de la pequeña iglesia conventual, recibió los estigmas.

La noticia de esta experiencia mística se difundió rápidamente, y cientos de peregrinos comenzaron a acudir a San Giovanni Rotondo. Entre 1919 y 1920, por orden de sus superiores, fue examinado por tres médicos de renombre. Para evitar tanta publicidad, se decidió trasladar a Padre Pío, pero la gente lo impidió. En mayo de 1931, el Santo Oficio le prohibió ejercer cualquier facultad del ministerio sacerdotal, salvo la Misa, la cual debía celebrar solo en privado, en la capilla interna del convento. El 14 de julio de 1933, el Santo Oficio levantó las restricciones.

Su vida diaria se caracterizaba por la oración y la penitencia, comenzando con la celebración de la Misa por la mañana, y continuando en el confesionario durante toda la jornada, a veces por más de 12 horas. Acostumbrado a obedecer a sus superiores, cuando fue investigado y se le limitó en el ejercicio de su ministerio, nunca se rebeló, sino que aceptó todo con humildad y resignación. Incluso ante las calumnias, prefirió guardar silencio y rezar.

En cuanto a la caridad, quiso atender las necesidades de muchas familias, fundando la Casa Alivio del Sufrimiento, cuya primera piedra se colocó el 16 de mayo de 1947. En esa misma época surgieron los primeros Grupos de Oración.

El flujo de peregrinos se hizo tan grande que la Iglesia del convento ya no bastaba, por lo que en 1954, Padre Pío tuvo que celebrar en el atrio exterior. El 5 de mayo de 1956 se inauguró la Casa Alivio del Sufrimiento. Al año siguiente, el santo solicitó a Pío XII que la gestión del hospital se confiara a la Tercera Orden Franciscana. También quiso que las acciones del hospital se depositaran en el Instituto para las Obras de Religión, y que, a su muerte, los bienes de la Casa Alivio del Sufrimiento pasaran a la Santa Sede.

Lamentablemente, en 1960, nuevas calumnias llevaron al Superior General de los Capuchinos a pedirle a Juan XXIII una visita apostólica al convento de San Giovanni Rotondo y a la Casa Alivio del Sufrimiento. Tras la visita, se prohibió a los sacerdotes y obispos servir la Misa con Padre Pío. Se le ordenó celebrar Misa con una duración máxima de media hora o 40 minutos, y no siempre a la misma hora. Estas restricciones fueron levantadas por Pablo VI poco después de su elección.

En 1966, debido a sus problemas de salud, se le permitió celebrar Misa sentado. Desde marzo de 1968, tuvo que desplazarse en silla de ruedas.

El 22 de septiembre celebró su última Misa. Falleció en la mañana del 23 de septiembre, pronunciando los nombres de Jesús y María. Las estigmas en su cuerpo habían desaparecido sin dejar rastro. Una multitud de fieles asistió a su funeral. El 16 de junio de 2002, en la Plaza de San Pedro, Juan Pablo II lo proclamó santo.

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