Seleccione su idioma

Conversación con el profesor Arcangeli y el doctor Luigi Carbone, nuevo Director de la Dirección de Sanidad e Higiene

En nombre de la continuidad 

El Papa León XIV ha nombrado al doctor Luigi Carbone Director de la Dirección de Sanidad e Higiene, con efecto a partir del 1 de agosto. Sucede al profesor Andrea Arcangeli, que se acoge a la jubilación por límite de edad. Se trata de un relevo marcado por la continuidad, al frente de una Dirección fundamental para el Estado de la Ciudad del Vaticano.

El profesor Arcangeli y el doctor Carbone se conocían desde hace tiempo. Profesionalmente, ambos proceden del mismo entorno hospitalario del Policlínico Gemelli, donde coincidieron por primera vez hace ya veinticinco años. Además, el primero ejercía como Director y el segundo como Subdirector de la Dirección de Sanidad e Higiene desde hacía casi un año y medio. En esta entrevista concedida a www.vaticanstate.va, ambos médicos comparten su experiencia en el Vaticano. En particular, el profesor Arcangeli traza un balance de sus cinco años al frente de la Dirección, mientras que el doctor Carbone adelanta algunas áreas en las que se concentrará su labor en el futuro próximo.

 

Profesor Arcangeli, ¿puede ofrecernos un balance de estos años como director?

Han sido cinco años realmente intensos y exigentes. Una auténtica prueba, ya que hasta el momento de mi nombramiento mi vida profesional había transcurrido exclusivamente en el hospital, aunque ya colaboraba como consultor de la Dirección de Sanidad e Higiene.

Trabajo como médico especialista en reanimación en el Vaticano desde el año 2000. Fui llamado con motivo del Gran Jubileo para la gestión de emergencias médicas y, en ese contexto, se constituyó un grupo de reanimadores del que, muchos años después, llegué a ser coordinador. De hecho, cuando san Juan Pablo II comenzó a tener problemas de salud, el entonces director, el doctor Renato Buzzonetti, quiso que hubiera un equipo especializado para garantizar la asistencia al Papa. Desde entonces, continué mi labor hasta ser nombrado Subdirector el 1 de abril de 2019, bajo la dirección del profesor Alfredo Pontecorvi, y, posteriormente, el 1 de agosto de 2020, asumí la dirección.

 

¿Un periodo no exento de dificultades?

Sin duda fue un gran reto, porque desde el primer momento entré de lleno en una situación crítica. El año 2020 —lo recordamos todos— marcó el inicio de la pandemia de Covid-19. Durante el invierno, el virus se había propagado principalmente por el norte de Italia, mientras que el centro había sido afectado de forma más leve. En agosto de 2020 se pensaba que la pandemia estaba remitiendo, pero pronto me vi inmerso en la gestión de todas sus consecuencias.

Recuerdo que la población se había relajado, muchos habían ido a la playa y regresaban con síntomas compatibles con el virus. Así que tuvimos que enfrentar rápidamente nuevas emergencias. En otoño, cuando Roma fue golpeada de lleno por la segunda oleada, fue necesario un esfuerzo extraordinario. Recuerdo que llegaba al trabajo a las ocho de la mañana y salía a las nueve de la noche. Había que gestionar casos positivos, decidir hospitalizaciones, lidiar con la escasez de pruebas diagnósticas.

En un primer momento, no fue fácil conseguir test. Solicitamos la colaboración del Hospital Pediátrico Bambino Gesù y, posteriormente, del Policlínico Gemelli. Aun así, en poco tiempo nuestro laboratorio logró funcionar de forma autónoma, lo que facilitó enormemente la trazabilidad y el control de los casos. Fue un cúmulo de dificultades que puso a prueba el sistema, pero que este supo afrontar con eficacia. En el Vaticano hubo numerosos casos de contagio, pero ninguna víctima: un resultado significativo que considero merece ser subrayado.

 

¿Otro momento crítico?

En 2021 tuvimos que afrontar un nuevo y decisivo reto: la organización del sistema de vacunación contra el Covid-19 dentro del Estado de la Ciudad del Vaticano. Fue una experiencia compleja, pero también un gran éxito.

Gracias a la colaboración esencial con la Farmacia Vaticana, logramos obtener las vacunas directamente del laboratorio central de Pfizer, siendo así uno de los primeros centros en Europa en recibirlas. Mientras en Italia apenas se daban los primeros pasos, nosotros ya habíamos puesto en marcha nuestro programa de vacunación.

Con el apoyo pleno del personal de la Dirección de Sanidad e Higiene, conseguimos establecer una organización eficaz y bien coordinada. El lugar elegido para la administración de las vacunas fue el atrio del Aula Pablo VI, un espacio especialmente adecuado desde el punto de vista logístico, que permitió una gestión ordenada y eficiente de todas las operaciones.

Durante ese periodo, todo el personal sanitario y administrativo se volcó con gran dedicación y espíritu de servicio. Incluso solicité la colaboración de profesionales ya jubilados, que respondieron con entusiasmo y generosidad. Entre ellos, quiero mencionar a mi esposa, antigua jefa de enfermería del Gemelli, que ofreció su valiosa ayuda. Asimismo, contamos con la generosa participación voluntaria de colegas procedentes de otras Direcciones de la Gobernación. Todo ello contribuyó de manera decisiva al éxito de la campaña de vacunación.

 

Desde un punto de vista estructural, ¿qué cambios se han producido?

La estructura, en su planteamiento general, es sustancialmente la misma que encontré en el momento de asumir el cargo. Por mi parte, he procurado hacerla lo más eficiente y funcional posible.

Finalizada la etapa del Covid, hemos ido retomando progresivamente la actividad ordinaria. En estos años, gracias al generoso apoyo de la Gobernación, se ha renovado una gran parte del equipamiento sanitario: por ejemplo, el área de radiología y todos los ecógrafos a disposición de la Dirección, utilizados en el ámbito radiológico, cardiológico, obstétrico y angiológico. Actualmente contamos con equipos de última generación, que han mejorado notablemente la calidad de las prestaciones.

Además, se han ampliado algunos servicios, como el de fisioterapia, inaugurado poco antes de la emergencia sanitaria y que comenzó su actividad tras el fin de la pandemia.

Se trata de un servicio que anteriormente no existía y que ha sido muy bien valorado por los pacientes.

También se ha puesto en marcha el servicio de psicología y psicoterapia, fuertemente promovido por la Presidencia, y que está registrando una gran acogida.

Durante estos cinco años, finalmente, se ha producido una cierta renovación generacional dentro del equipo médico, con la incorporación de nuevos especialistas, lo que confirma la voluntad de apostar por la competencia y la profesionalidad.

 

¿Cómo os habéis organizado de cara al Jubileo?

El año pasado comenzamos a prepararnos para el Jubileo y, en estos momentos, estamos llevando a la práctica todo lo que habíamos planificado. Precisamente con vistas al Año Santo, se han adquirido nuevos equipos, en particular dos ambulancias de última generación, gracias a una donación facilitada por la Presidencia de la Gobernación.

Paralelamente, se han llevado a cabo intervenciones de adecuación en los puestos de primeros auxilios, tanto dentro del Estado como en las basílicas papales, con el objetivo de garantizar elevados estándares de asistencia ante la esperada afluencia de peregrinos.

Se ha prestado especial atención a la cobertura sanitaria dentro de los Museos Vaticanos, especialmente durante los meses de verano, cuando aumenta significativamente la demanda de intervenciones de primeros auxilios.

Además, se ha organizado un servicio de asistencia de urgencia dentro de la Basílica de San Pedro, con la presencia de un médico, un enfermero y un socorrista, para apoyar a los peregrinos que necesiten atención y cuidados.

Recuerdo que durante el Jubileo del año 2000 fui llamado como médico reanimador para ofrecer asistencia sanitaria durante los eventos jubilares. Aquella fue mi primera experiencia de servicio en el Vaticano. Una experiencia intensa y profundamente significativa, vivida junto a san Juan Pablo II, con el privilegio —que considero uno de los momentos más altos de mi trayectoria profesional— de formar parte del equipo que se ocupó de él tanto durante sus hospitalizaciones en el Policlínico Gemelli como, posteriormente, en el apartamento del Palacio Apostólico.

 

¿Estáis al servicio directo del Papa?

Recientemente hemos vivido momentos especialmente delicados, afrontando el periodo de enfermedad del Papa Francisco: primero durante su estancia en el Policlínico Gemelli, luego en la Casa Santa Marta y, finalmente, en los días de su fallecimiento. Habíamos preparado una organización bastante exigente, con la colaboración de todo el equipo.

Posteriormente, el doctor Carbone y yo tuvimos el honor de participar en el Cónclave, junto con dos enfermeros, prestando la asistencia sanitaria necesaria en un contexto de máxima confidencialidad y gran relevancia histórica.

En la actualidad, estamos al servicio del nuevo Pontífice, León XIV.

No cabe duda de que la Dirección desempeña un papel de primer orden dentro de la Gobernación, en colaboración con el Fondo de Asistencia Sanitaria (FAS), para garantizar la atención médica a todos los residentes, trabajadores y jubilados del Estado de la Ciudad del Vaticano.

 

¿Ahora se produce el relevo?

Sí, al igual que ocurrió en mi caso —cuando fui nombrado subdirector en abril de 2019, antes de asumir la Dirección en agosto de 2020—, también ahora el traspaso se enmarca en una lógica de plena continuidad: el doctor Luigi Carbone, hasta ahora subdirector, asume la responsabilidad de la Dirección.

Durante la Misa de Navidad de 2024, expresé mi deseo de que mi subdirector, que me ha acompañado durante este último año y medio, me sucediera tras mi jubilación. Por otro lado, nuestra colaboración tiene una larga trayectoria: llevamos muchos años trabajando juntos, ambos procedemos del Policlínico Gemelli. Yo ingresé como médico de plantilla en 1981, en el servicio de reanimación, mientras que el doctor Carbone comenzó como residente en 2001 y pasó a ser médico de plantilla en 2004, prestando servicio en urgencias.

Nuestra relación profesional nació sobre el terreno, en particular durante la gestión de la emergencia del Covid y en la posterior campaña de vacunación, cuando él prestaba servicio en la Guardia Médica. En todos estos contextos, siempre he podido contar con su apoyo competente y altamente profesional.

Estoy muy satisfecho de que sea precisamente él quien me suceda, porque le considero una persona preparada, equilibrada y perfectamente capacitada para asumir este papel.

 

Doctor Carbone, ¿cuál ha sido su experiencia hasta hoy en la Dirección?

Durante este año y medio he colaborado con el profesor Arcangeli como subdirector. El balance, sin duda, es muy positivo. El tiempo desempeñado como subdirector me ha permitido conocer no solo el ámbito asistencial, sino también el funcionamiento general de la Dirección. Ha sido una experiencia muy formativa, que me ha permitido ver las cosas desde una perspectiva diferente.

El médico tiende a observar la realidad desde el punto de vista clínico, mientras que la experiencia de gestión permite adquirir una visión más amplia de la organización, enriquecida por la experiencia previa como facultativo en la Dirección de Sanidad e Higiene. Es algo muy valioso. Lo que siento, ante todo, es un profundo agradecimiento por la confianza recibida y, al mismo tiempo, un sentido del deber: se trata de un servicio al que hay que saber responder. Espero estar a la altura.

 

¿Perspectivas para el futuro inmediato?

Seguimos plenamente inmersos en el Jubileo. La planificación comenzó hace tiempo. Puede que haya que ajustar algún aspecto, pero no preveo grandes cambios.

La misión principal de la Dirección es la gestión sanitaria y de higiene dentro del Estado.

Según las orientaciones más recientes de los órganos de gobierno, se está prestando especial atención a la seguridad laboral. Ya estamos implementando este servicio, junto con el refuerzo del control de higiene pública mediante el protocolo HACCP.

También debemos retomar algunas líneas de actividad que se vieron ralentizadas durante la pandemia, y continuar respondiendo a las necesidades de salud del Santo Padre, de los residentes y de quienes se encuentren transitoriamente en el Estado.

Estas son las áreas en las que debemos avanzar y mejorar, con el compromiso de todos, también porque la Dirección está formada por numerosos profesionales que, cada día, están llamados a ofrecer sus competencias en distintos ámbitos.

Este es uno de los mayores objetivos: compartir caminos y poner en práctica los proyectos en el contexto actual. Está claro que ello requiere un gran trabajo en equipo.

Las personas que trabajan en la Dirección de Sanidad e Higiene cuentan con las cualidades humanas y profesionales necesarias para responder a estos retos y alcanzar los objetivos marcados.

 

Una pregunta para ambos: ¿qué significa ser nombrado por el Papa?

Recibir un nombramiento pontificio es, ante todo, un gran honor.

Se percibe el peso de la responsabilidad confiada, unida a una profunda gratitud por la confianza que el Santo Padre ha querido depositar en nosotros.

La conciencia de haber sido llamados directamente por el Papa para desempeñar un encargo de tanta relevancia exige seriedad, respeto y un elevado sentido del deber, a la altura de la misión confiada por el Santo Padre.

 

Seleccione su idioma