Contexto historico
En el año 1874, el hermano Eusebio Ludvig Fronmen, de los Fatebenefratelli, antiguo director de la farmacia del hospital de San Giovanni di Dio en la Isla Tiberina, fundó la primera Farmacia Vaticana a petición del entonces Secretario de Estado, el cardenal Giacomo Antonelli. Se fundó como reserva de medicamentos para el Papa y los cardenales.
En 1892, la primera comunidad de Fatebenefratelli se instaló definitivamente en la Ciudad del Vaticano y en 1917 la farmacia se trasladó cerca de la Puerta de Sant'Anna.
En 1929, tras los Pactos de Letrán, la Farmacia Vaticana se trasladó a locales más adecuados, al Palacio del Belvedere, donde sigue residiendo en la actualidad.
Hoy en día, la Farmacia Vaticana presta un servicio esencial no sólo a los empleados y residentes de la Ciudad del Vaticano, sino a cualquier persona que necesite medicamentos y, en particular, medicamentos extranjeros no disponibles en Italia.
La Farmacia ocupa una superficie total de 1.000 metros cuadrados divididos en varias zonas, entre ellos una gran sala de ventas, almacenes subterráneos y oficinas.
Gestiona unas 40.000 referencias (entre medicamentos, parafármacos, integradores y productos de higiene y dermocosmética) y recibe una media de 2.000 personas al día, de las cuales más del 50% proceden de fuera del Estado de la Ciudad del Vaticano. El equipo de farmacéuticos, religiosos Fatebenefratelli, almacenistas, empleados dedicados a la venta y personal administrativo, como una gran familia, se ocupan todos los días de la recepción y atención de todas las personas que visitan la Farmacia.
Desde julio de 2019, tras 145 años desde su fundación, la Farmacia Vaticana ha sido renovada y ha adoptado un sistema de robotización para el almacenamiento y distribución de medicamentos.