La conversión de san Norberto de Xanten fue instantánea. Tenía unos 35 años cuando fue derribado de su caballo y estuvo a punto de morir. En aquel momento, sintió en su interior las palabras del salmo: «Apártate del mal y haz el bien» (Sal 34,15). Interpretó este suceso como una llamada divina y decidió cambiar radicalmente de vida. Comenzó entonces a llevar una existencia marcada por la penitencia: caminaba descalzo, vestía toscas prendas de lana y recorría diversas regiones predicando.
Leonardo nació a finales del siglo V en un castillo cercano a Orleans, en la actual Francia. Su familia, vinculada a la corte de los francos, tenía antiguas raíces y probablemente origen romano. Recibió el bautismo solemne de manos de san Remigio, obispo de Reims, quien se convirtió en una figura espiritual decisiva en su vida. Clodoveo, rey de los francos, fue su padrino y le concedió el privilegio de liberar a los prisioneros que considerara inocentes; Leonardo utilizó este don para socorrer a muchas personas oprimidas.
Permanece aún hoy como modelo de vida contemplativa, de silencio fecundo y de auténtico desapego del mundo. Su obra espiritual dejó una huella duradera en la historia del monacato occidental. Se trata de Bruno, nacido hacia 1030 en Colonia, Alemania, en el seno de una familia noble.
San Zacarías, que vivió en el siglo VI a.C. en Galaad (Jordania), es uno de los profetas menores del Antiguo Testamento. Su nombre significa «Dios se acuerda». Perteneciente a la tribu de Leví, recibió la llamada al ministerio profético del profeta Ageo.
En el siglo XVII, la escuela en Francia ya no respondía a las exigencias de su tiempo. La enseñanza era dispersa, alejada de la realidad y de las necesidades de una sociedad en transformación. La cultura estaba reservada a una élite, y la escuela primaria seguía basada en el método individual. Un joven sacerdote tuvo el coraje de transformar la escuela, convirtiéndola en un lugar donde prepararse para la vida, además de aprender contenidos y conocimientos.
Es invocado como el Santo de la Providencia por su inquebrantable confianza en Dios. Se dirigía al Señor en todas sus obras y, incluso cuando las necesidades eran muchas, siempre lograba encontrar los recursos para ayudar a los pobres y necesitados.
Cofundador de la Orden de los Mercedarios y Maestro General de los Dominicos, San Raimundo de Peñafort fue, sobre todo, un célebre experto en derecho canónico. Nació entre 1175 y 1185 en Villafranca del Panadés y estudió en la Catedral de Barcelona, donde posteriormente enseñó retórica y lógica.
Elegido a la edad de tan solo 54 años, Pío IX ostenta el récord del pontificado más largo de la historia, con 32 años, superando incluso la duración tradicionalmente atribuida a San Pedro. Sirvió a la Iglesia con gran celo, imitando al Buen Pastor. Impulsó las misiones, promovió la formación del clero y la vida religiosa, y difundió ampliamente el culto eucarístico, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y la veneración a la Virgen María. A través de numerosas instituciones sociales, ejerció la caridad en aquellos lugares donde se manifestaba la pobreza. Con paciencia cristiana, aceptó la incomprensión, la soledad y las adversidades causadas por los enemigos de Cristo y de la Iglesia.
Dos jóvenes madres: una de 22 años, que amamantaba a su hijo, y otra embarazada de ocho meses. Ambas eran catecúmenas y fueron encarceladas en Cartago, bajo el mandato del emperador Septimio Severo, en el año 203. Sus nombres eran Perpetua y Felicidad. Procedían de distintos estratos sociales: Perpetua, una joven patricia; Felicidad, su sierva. Sin embargo, las unía su fe en Cristo y el destino del martirio. Fueron arrestadas junto con Sáturo, su catequista, y otros catecúmenos: Saturnino, Revocato y Secundulo.
Intuyó las dificultades y la marginación a las que estaban sometidas las mujeres de su tiempo y no escatimó energías para educarlas y enseñarles las verdades de la fe. Estaba convencida de que, para acoger el Evangelio, era necesario liberar a las personas de la ignorancia y el error. Junto con la educación, creía que ofrecer una formación profesional contribuiría a la promoción humana y a la afirmación de las mujeres en la sociedad. No tuvo dudas Rosa Venerini cuando dedicó toda su vida al apostolado y a la educación, en una época —el siglo XVII— en la que a las mujeres les estaban vedadas muchas oportunidades.
Willibrordo nació hacia el año 658 en la región inglesa de Northumbria. Su formación comenzó en el monasterio de Ripon, donde recibió una sólida educación religiosa y humana. Con veinte años, movido por un ardiente deseo de perfección espiritual, decidió trasladarse a Irlanda para profundizar en los estudios teológicos bajo la guía del abad Egberto, maestro de vida interior y discernimiento misionero.
La fiesta del Rosario fue instituida por San Pío V con el nombre de "Santa María de la Victoria", en recuerdo permanente de la batalla de Lepanto, librada el 7 de octubre de 1571, en la cual la flota de la “Liga Santa” derrotó a la del Imperio otomano. Los cristianos atribuyeron la victoria a la protección de María, a quien habían invocado rezando el Rosario antes de la batalla.
Santa Regina de Alise, virgen y mártir, vivió hacia el año 286 d.C. en Alise, en Francia, cerca de la ciudad de Autun. Aunque las noticias sobre su vida son escasas y en gran parte inciertas, su culto se difundió ampliamente no solo en Francia, sino también en Alemania.
Una vida entera consagrada a la predicación, al anuncio de la salvación para todos los hombres, en la verdad y en la pobreza. Uniendo contemplación y acción al servicio de la Iglesia y del Reino de Dios.
Era una niña feliz, perteneciente a una familia animista acomodada, que vivía en Olgossa, en la región de Darfur, en Sudán. Tenía nueve años, en 1878, cuando fue secuestrada por mercaderes de esclavos. Su vida se transformó inmediatamente en una pesadilla. El shock fue tal que ni siquiera pudo recordar su nombre, y sus secuestradores, en tono de burla, la llamaron “Bakhita”, que significa “la afortunada”.
«Apenas Pedro reconoció al Señor, se arrojó al agua y fue hacia Él, mientras los demás llegaron en la barca. [Este hecho…] es un signo de la singular autoridad de Pedro como Pontífice […]. [Pedro] recibió el gobierno de todo el mundo, no de una sola nave como ocurrió con los demás Apóstoles.
San Juan de Dios, cuyo nombre de nacimiento era Juan Ciudad, nació en 1495 en Montemor-o-Novo, Portugal. Pasó sus primeros años en esa ciudad antes de trasladarse a Oropesa, España, a la edad de ocho años. Participó en dos guerras, una en Fuenterrabía, en los Pirineos, y otra en Viena contra los turcos. Tras estos acontecimientos, regresó a España e inició un largo viaje de búsqueda espiritual, que lo llevó por diversas ciudades, entre ellas Sevilla, Ceuta, Gibraltar y, finalmente, Granada, donde trabajó como vendedor de libros. Después de escuchar una predicación de San Juan de Ávila, experimentó una profunda transformación espiritual, hasta el punto de proclamar su “locura” por Dios, lo que llevó a que lo recluyeran en el Hospital Real de Granada. Una vez liberado, decidió dedicarse por completo al servicio del Señor.
Isabel Catez nació en 1880 en Camp d’Avor, cerca de Bourges. En su niñez reveló un carácter fuerte, a veces impetuoso y propenso a los arrebatos; sin embargo, su temperamento cambió profundamente cuando su madre le explicó el significado de la Primera Comunión: para recibir a Jesús era preciso ofrecerle un corazón humilde, dócil y disponible.
En el corazón del Imperio bizantino, un antiguo calendario litúrgico promulgado por el emperador Basilio II conserva los nombres de algunos mártires cristianos: entre ellos se encuentra Pelagia, junto a Domecio, Áquila —indicado como eparca— y Teodosio. Su memoria, custodiada en la tradición oriental, llegó también a Occidente a través del Martirologio Romano.
La Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa se unen en la celebración de la Natividad de María. Esta festividad nació en Oriente y fue introducida en Roma por Sergio I en el siglo VII. En ese día, una procesión partía de la iglesia de San Adriano en el Foro y llegaba a la Basílica de Santa María la Mayor. Según el calendario litúrgico, se conmemora el 8 de septiembre. En Oriente, la Natividad de María ya se celebraba en el siglo IV, vinculada a la construcción de la Basílica de Santa Ana en Jerusalén. Este lugar de culto se alzaba en el sitio donde se encontraba la casa en la que María nació de Ana y Joaquín. Desde Jerusalén, el recuerdo de la Natividad de María pasó a Constantinopla, y la Iglesia de Oriente la celebra vinculándola a la Concepción. No se debe olvidar que solo de Jesús, María y Juan el Bautista la Iglesia celebra el nacimiento en la tierra, además del nacimiento en el Cielo.
Página 12 de 13