De estos dos mártires, san Proto y san Jacinto, solo se conocen sus nombres, el lugar de sepultura y la fecha de su muerte, el 11 de septiembre, día en que la Iglesia los recuerda. Sin embargo, según fuentes antiguas como la Depositio martyrumde Roma y los Sacramentarios Gelasiano y Gregoriano, su martirio es un hecho histórico cierto, así como lo son la antigüedad y la difusión del culto que se les rinde.
«Que dé quien tiene, y quien no tiene, que tome»: así rezaba el cartel colocado sobre un sombrero abierto en una consulta médica muy singular. Era la consulta donde ejercía san José Moscati: los pobres no pagaban las visitas; es más, salían de allí con alimentos y medicamentos gratuitos.
Esposa, madre de cuatro hijos, viuda y fundadora de la Orden de la Visitación. La vida de Juana Francisca Frémyot de Chantal fue una continua búsqueda de Dios en todas las etapas de su existencia.
Nunca se echó atrás ante las necesidades de su pueblo. Se entregó totalmente a todos con caridad, llegando incluso a donar sus propias vestiduras para ayudar a los pobres. Enfrentó con valentía la hostilidad de algunos ciudadanos anticlericales y, mientras distribuía alimentos por las calles de Viareggio, llegó a ser agredido con palos. Para todos, era conocido como el Curita y lo identificaban con la presencia de Dios entre la gente. Era el padre de los más pobres, el apoyo de los marineros que afrontaban las inclemencias del tiempo para alimentar a sus familias. Todos sabían que podían contar con la oración de este fraile, de baja estatura, pero con un corazón grande y siempre abierto a las necesidades ajenas.
Tuvo la fuerza de perdonar al asesino de su hermano, a pesar de que ese gesto le acarreó grandes conflictos con su familia. Su padre, en particular, jamás aceptó aquella decisión, y fue precisamente por ello que Juan Gualberto decidió ingresar en el monasterio benedictino de San Miniato, en Florencia.
El papa León III, nacido en Roma, fue educado desde su infancia en el vestiarium de la Iglesia romana, es decir, la oficina encargada de la administración del Tesoro pontificio.
Ordenado subdiácono y, posteriormente, cardenal del título de Santa Susana, debió conservar un papel de relevancia en dicha administración, de la que fue nombrado responsable en el año 789, convirtiéndose así en uno de los principales colaboradores del papa Adriano I.
El pancracio era un deporte que se practicaba en los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia. Los atletas debían enfrentarse en una mezcla de boxeo y lucha cuerpo a cuerpo, sin apenas reglas ni limitaciones. Únicamente estaban prohibidos el mordisco y el ataque a los ojos.
San Diego de Alcalá es recordado particularmente por su humildad, su caridad incansable hacia los pobres y su entrega a los enfermos y marginados. Ya en vida era tenido por santo, pues numerosos milagros se atribuían a su intercesión.
Con su vida mostró que la santidad no está reservada únicamente a sacerdotes o religiosos, sino que puede vivirse en cualquier estado, incluso entre los pupitres de una escuela, en el seno de la familia o frente a una pantalla. Supo hablar de Dios a sus coetáneos con el lenguaje de la tecnología, de la pasión y de la amistad. Su coherencia entre fe y vida cotidiana, su disponibilidad para hacer el bien, su fe arraigada en la Eucaristía y en la Virgen María lo convierten en un modelo para los jóvenes de nuestro tiempo.
La memoria del Santísimo Nombre de la Bienaventurada Virgen María nació en España en el siglo XVI y, posteriormente, fue extendida a toda la Iglesia por el Papa Inocencio XI en 1683. El Papa quiso agradecer a la Virgen la victoria sobre el ejército otomano durante el asedio de Viena, obtenida también gracias a la intervención del rey de Polonia, Juan Sobieski. Aquella victoria fue interpretada como un signo de la protección materna de María sobre la cristiandad.
Una vida breve, sencilla, orientada por completo a la unión con Dios a través de la consagración religiosa en la escuela de San Ignacio de Loyola. Un joven alegre, que desde niño deseó servir al Señor de cerca, y que realizó su vocación alcanzando la santidad en pocos años.
Nacido hacia el año 310 en una noble y rica familia pagana de Poitiers, en Aquitania, Hilario recibió una formación cultural acorde con su elevado rango social. Desde temprana edad sintió la necesidad de buscar la verdad y, al concluir su camino intelectual, abrazó el cristianismo. Fue bautizado a los treinta años, tras encontrar en la lectura del Evangelio de Juan la respuesta a sus más profundos interrogantes. En la introducción de su célebre tratado (De Trinitate), describe su experiencia personal y señala las etapas que un pagano recorre para llegar al conocimiento de Dios.
San Enrique, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, constituye un modelo de rectitud y justicia en el ejercicio del poder. En una época compleja para la historia del continente europeo, supo vivir los principios del Evangelio en el desempeño de su alta responsabilidad.
Un noble portugués que, renunciando a las riquezas y los honores, optó por ingresar entre los canónigos agustinos. Conmovido más tarde por el testimonio de los cinco protomártires franciscanos, se hizo discípulo del Poverello, poniéndose al servicio de la Palabra mediante la predicación. Es San Antonio de Padua, nacido en Lisboa hacia 1195, en el seno de una familia noble, y bautizado con el nombre de Fernando. Sus primeros años de formación transcurrieron bajo la tutela de los canónigos de la catedral.
Era el 13 de mayo de 1917 cuando la Virgen María se apareció a tres niños: los hermanos Francisco, de 9 años, Jacinta Marto, de 7, y su prima, Lucía dos Santos, de 10. La aparición tuvo lugar en Cova da Iria, una localidad cercana a Fátima, y fue la primera de una serie de encuentros. De hecho, cada día 13 de mes, desde mayo hasta octubre, la Virgen se manifestó a los tres pastorcitos, confiándoles un mensaje.
Artemide Zatti nació en Boretto, en la provincia de Reggio Emilia, el 12 de octubre de 1880. Desde niño hubo de enfrentarse a las asperezas de la vida, hasta el punto de que, con apenas nueve años, trabajaba como jornalero para ganarse el sustento.
San Eduardo el Confesor, venerado patrono de la monarquía inglesa, nació hacia el año 1002 en Islip, cerca de Oxford. Hijo del rey anglosajón Etelredo II y de la normanda Emma, hermana del duque Ricardo II de Normandía, pasó gran parte de su juventud en el exilio en la corte normanda, donde halló refugio tras la invasión danesa de 1013. Permaneció en Normandía durante unos veinticinco años, desarrollando una profunda espiritualidad y un firme apego a la fe cristiana.
“Gloria a Dios en todas las cosas”: con estas palabras, el 14 de septiembre de 407, san Juan Crisóstomo, “Boca de oro”, llamado así por su arte oratorio y su elocuencia, concluyó su peregrinación terrena. Nacido en Antioquía en un año comprendido entre 344 y 354, se dedicó al estudio de la retórica y las letras bajo la dirección del célebre Libanio. Al terminar sus estudios, se sintió fascinado por el mundo y se dedicó al teatro y a los debates. Poco tiempo después, sin embargo, se preparó para recibir el bautismo y lo recibió un domingo de Pascua de un año indeterminado. Posteriormente asistió al Círculo de Diodoro, una especie de seminario donde se podían cursar estudios teológicos. Durante ese período, se interesó por la exégesis de las Sagradas Escrituras y aprendió el método histórico-literario de la escuela de Antioquía. A continuación, pasó seis años viviendo una existencia eremítica, primero en la colina de Silpio, cerca de Antioquía, y después en una cueva en soledad y penitencia.
Discípulo de San Francisco de Asís, consagró toda su vida a la Inmaculada y fue fiel a Cristo hasta el final, ofreciendo su vida para salvar a un condenado a muerte en el campo de exterminio de Auschwitz.
Son famosos por ser los evangelizadores de los pueblos eslavos, para los cuales crearon un alfabeto cercano y comprensible para una gran parte de la población, con el fin de transmitirles el conocimiento de las Escrituras. Se trata de Cirilo y Metodio, dos hermanos de Tesalónica, la actual Salónica, en Grecia, que en aquel entonces formaba parte del Imperio Bizantino. Metodio nació alrededor del año 825 y, dos años después, nació Cirilo, cuyo nombre original era Constantino. Sin embargo, adoptó el nombre con el que pasó a la historia cuando, en su lecho de muerte, tomó el hábito monástico.
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