Seleccione su idioma

13 de diciembre: Santa Lucía, virgen y mártir

La caridad y la luz que iluminan la noche

Testigo de Cristo hasta el extremo sacrificio de la vida, Santa Lucía es un ejemplo de fidelidad y valentía para quienes se niegan a someterse al poder de turno y a las ideologías dominantes. Es la santa de la luz y la caridad, muy querida por niños y niñas en numerosos países europeos.

En la noche del 13 de diciembre, procesiones de jóvenes iluminan la oscuridad con sus velas, recorriendo pueblos y ciudades para recordar a una joven que entregó su vida por mantenerse fiel a la Luz verdadera: Cristo. Esta tradición, aún viva especialmente en el norte de Europa, busca evocar la generosidad y valentía de Lucía. No solo su nombre deriva del latín lux, que significa “luz”, sino que su historia está vinculada a un gesto de heroísmo y caridad. Se cuenta que, para llevar alimento y ayuda a los cristianos refugiados en las catacumbas, Santa Lucía se colocaba una corona de velas encendidas sobre la cabeza, iluminando los oscuros túneles para mantener las manos libres y poder servir con mayor eficacia.

Se conocen pocos detalles históricos sobre su vida, ya que las primeras biografías que la mencionan datan de al menos un siglo después de su muerte. Nacida en el seno de una familia noble de Siracusa, Sicilia, hacia finales del siglo III, rechazó el matrimonio y renunció a sus bienes para consagrarse plenamente a Dios y ayudar a los pobres.

Según la tradición, un joven pagano se enamoró de ella, pero Lucía lo rechazó. Ofendido y lleno de ira por su negativa, la denunció como cristiana, lo que llevó a su arresto. Ante su firme negativa a ofrecer sacrificios a los dioses paganos, fue encarcelada, torturada y finalmente decapitada.

Una antigua narración cuenta que sus verdugos le arrancaron los ojos, después de que el joven despechado le hubiera confesado que admiraba especialmente su mirada.

No cabe duda de que Santa Lucía es una de las santas más veneradas desde los primeros siglos del cristianismo. Su culto en Siracusa se remonta a la antigüedad y, desde la Edad Media, su celebración se ha difundido en varios países de Europa, especialmente en Escandinavia, y sobre todo en Suecia, donde la antigua festividad pagana de la luz, asociada a la lucha entre las tinieblas y la claridad, fue cristianizada con la memoria de Santa Lucía.

En Suecia, la festividad se celebra con procesiones de jóvenes vestidas con túnicas blancas, portando una vela encendida en la mano y una corona luminosa sobre la cabeza, guiadas por una de ellas elegida para representar a la Santa.

Algunas reliquias de Santa Lucía se veneran aún hoy en Siracusa, mientras que la mayor parte se conservan en la iglesia de San Geremia, en Venecia, transformada en santuario en honor a la joven mártir.

Seleccione su idioma

XOpciones de accesibilidad