Seleccione su idioma

11 DE NOVIEMBRE: SAN MARTÍN DE TOURS

Un acto de caridad transmitido a través de los siglos

No cabe duda de que San Martín de Tours es conocido en el mundo entero, al menos por su gesto de caridad al compartir con un pobre la mitad de su capa. Según la tradición, esa misma noche se le apareció Jesús en la figura de ese pobre, vistiendo la mitad de la capa.

Esta “capa” de Martín fue conservada como una reliquia ilustre y pasó a formar parte de la colección de los reyes merovingios. Carlomagno envió la capa del Santo al oratorio palatino de Aquisgrán, que desde entonces se llamará, en francés, Aix-la-Chapelle; en alemán, Aachen. El término “capilla” proviene, de hecho, del lugar donde los reyes merovingios conservaban la capa de Martín.

En los siglos V y VI, su culto se extendió rápidamente por toda Europa, y se le dedicaron numerosas iglesias, tanto como instrumento de cristianización de las zonas rurales, como para la conversión al cristianismo de muchas regiones del Imperio romano. Es considerado el primer Santo no mártir canonizado y celebrado por la Iglesia indivisa.

Antiguamente, la fiesta de San Martín era como el año nuevo campesino. En ese tiempo, el periodo de penitencia y ayuno que preparaba la Navidad comenzaba el 12 de noviembre y se llamaba la Cuaresma de San Martín.

Lo que sabemos de él nos ha llegado a través de Sulpicio Severo, un rico abogado del siglo IV, admirador y discípulo de Martín, quien quiso escribir no una biografía en sentido estricto, sino una narración para destacar la santidad del Santo.

Martín nació alrededor del año 316 en Panonia, en Savaria, actualmente Szombathely, en Hungría. Su padre era oficial del ejército romano y lo alistó en la caballería imperial. Muy pronto, el joven Martín decidió convertirse al cristianismo y vivir una vida dedicada a Dios.

En el año 356 dejó el ejército y el obispo de Poitiers, San Hilario, gran opositor de la herejía arriana, lo quiso entre sus colaboradores. Sin embargo, el joven partió hacia Iliria para convertir a sus padres paganos y logró bautizar a su madre. Después de un largo viaje, en el que pasó por Milán y Roma, regresó a Poitiers.

San Hilario, que entretanto había sido exiliado por el emperador Constancio II por su lucha contra el arrianismo, lo ordenó sacerdote y lo invitó a instalarse en un eremitorio en Ligugé, donde lo siguieron algunos discípulos. Allí pasó 15 años, profundizando en la Biblia, ejerciendo el apostolado en las zonas rurales y realizando milagros. Es la primera comunidad monástica francesa documentada.

La fama de santidad de Martín se difundió a tal punto que, los ciudadanos de Tours, mediante un ardid, lo llevaron a la ciudad para elegirlo como Obispo contra su voluntad. Aceptó la elección y se convirtió en un obispo ferviente, aunque quiso seguir siendo monje; por eso fundó en Marmoutier, cerca de Tours, un monasterio. Su vida estaba marcada por la oración, el ayuno y la penitencia, huyendo de los honores y el lujo. Más bien, siempre estaba dispuesto a ayudar a los pobres y necesitados.

Ejerció su ministerio no solo en su diócesis, sino en toda la Galia, convirtiéndose en el apóstol de esos territorios. Sulpicio Severo, en su relato, enumeró una serie de milagros y curaciones que se le atribuyen. En Tréveris, una de las capitales del Imperio romano de Occidente, donde Martín acudía a reunirse con el emperador, curó a una joven paralítica. En París, fue el turno de un leproso.

Después de una vida dedicada al servicio de Dios y de la Iglesia, murió el 8 de noviembre del año 397 en Candes, una parroquia que él mismo había fundado. Se había trasladado allí para reconciliar al clero local. A sus funerales, celebrados el 11 de noviembre, asistieron miles de personas. Es el protector de sastres, taberneros, posaderos, mercaderes, viñadores y vendimiadores.

Seleccione su idioma