15 de abril: San Abundio, mansionario vaticano

Muchos son los milagros atribuidos a San Pedro, pero hay uno que resulta verdaderamente singular. Involucra a otro santo o, mejor dicho, al apóstol que invita a una joven paralítica que acude a su intercesión a que busque a Abundio si desea ser curada.
¿Quién era este Abundio? Era un mansionario vaticano, es decir, un clérigo adscrito habitualmente al servicio de la Basílica de San Pedro.
Sabemos muy poco sobre él. San Gregorio Magno lo menciona en su Libro III, capítulo 21, de los Diálogos. Lo describe como un hombre de gran humildad y fiel en el cumplimiento del servicio divino. Relata también el episodio de la joven paralítica, que desde hacía tiempo suplicaba a San Pedro que la sanase, hasta que una noche el Apóstol se le apareció en sueños y le indicó que se dirigiese a Abundio, quien la curaría.
La joven recordaba perfectamente la visión, pero no entendía a quién debía acudir, pues no conocía a ningún Abundio. Sin embargo, regresó a la Basílica en busca de la persona de la que le había hablado San Pedro, hasta que se encontró precisamente con él. Cuando le explicó lo sucedido, Abundio le dijo que aquel a quien buscaba estaba ante ella. Entonces la muchacha le dijo:
«El Beato Apóstol San Pedro, nuestro pastor y padre, me ha enviado a vos para que os dignéis librarme de esta enfermedad».
A lo que Abundio respondió: «Si es él quien te envía, levántate». La tomó de la mano, la incorporó y la curó. Desde aquel momento no quedó en ella rastro alguno de parálisis.