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25 de mayo: Santa María Magdalena de Pazzi

La mística del amor de Dios 

Tal vez la tomaron por loca, cuando se aferró a las campanas del monasterio para llamar a sus hermanas y a todas las criaturas al amor de Dios. Gritaba: “¡Venid, almas, a amar al Amor!”. Era el 3 de mayo de 1592, cuando Santa María Magdalena de Pazzi, corriendo por los pasillos del monasterio, invitaba a amar a Cristo.

Impresionadas por sus “excesos de amor a Dios”, las autoridades religiosas de su tiempo solicitaron a las monjas del monasterio carmelita de Santa María de los Ángeles en Florencia que transcribiesen fielmente las palabras pronunciadas por ella durante sus éxtasis, y que anotasen lo que veía y experimentaba.

Hija de una de las familias más influyentes de Florencia, Magdalena de Pazzi fue amiga de infancia de la futura reina de Francia, María de Médici. Nació el 2 de abril de 1566 y fue bautizada con el nombre de Catalina. Desde pequeña recibió una educación profundamente cristiana y mostró una particular sensibilidad hacia las cosas del espíritu. Tanto así que, cuando su madre regresaba a casa después de la Misa, Catalina se le acercaba diciendo que “sentía en ella el sabor de Jesús”.

Durante el verano, cuando la familia se trasladaba a su propiedad campestre, disfrutaba reuniéndose con las niñas de su edad, a las que enseñaba “las cosas de Dios”.

El 25 de marzo de 1576, a los diez años, recibió su primera Comunión y, el Jueves Santo de ese mismo año, se entregó para siempre a Jesús, haciendo voto de virginidad.

A los diecisiete años ingresó en el monasterio de las carmelitas de Santa María de los Ángeles, tomando el nombre de María Magdalena. A comienzos de marzo de 1584 cayó gravemente enferma; el pronóstico médico fue desfavorable, y los superiores permitieron que emitiera la profesión religiosa. Era el 27 de mayo de 1584.

El 16 de julio siguiente, fue curada por intercesión de la Beata María Bagnesi, terciaria dominica fallecida en 1577 y sepultada en el mismo monasterio. El día de su profesión, María Magdalena entró en éxtasis. Fue el primero de una serie que culminó el 15 de agosto de 1584 y que quedó recogida en los Cuarenta Días. La noche del 24 de marzo de 1585, víspera de la solemnidad de la Anunciación, San Agustín le escribió en el corazón las palabras: Verbum caro factum est.

Su unión con Dios estuvo marcada por el amor: “Si procede del Padre: amor; si procede del Hijo: amor; si procede del Espíritu Santo: amor. Tu poder: amor; tu sabiduría: amor; tu bondad: amor; tu eternidad: amor; me atreveré a decir que incluso tu justicia es amor” (II, 756).

El 15 de abril recibió los estigmas invisibles, y el 28 del mismo mes, el Señor le otorgó el anillo nupcial. Entre el 8 y el 15 de junio de 1585, vivió éxtasis día y noche, recogidos en “Revelatione e intelligentie”.

Desde el 20 de julio de 1586 hasta finales de septiembre, tuvo nuevos éxtasis sobre la Renovatione de la Iglesia. María Magdalena percibió la urgencia de colaborar con el espíritu de renovación promovido por el Concilio de Trento. Escribió varias cartas al Papa Sixto V, a cardenales y arzobispos, entre ellos el de Florencia, Alejandro de Médici, a quien profetizó que sería elegido Papa (León XI). Insistía en la necesidad de una “renovación de la Iglesia”, también como respuesta a la tibieza de los bautizados. Las cartas, dictadas en éxtasis y quizás nunca enviadas, fueron doce, y en ellas afirmaba escribir “por ser esposa y no sierva” de Dios.

El 7 de marzo de 1594 experimentó el desposorio espiritual. El 1 de mayo de 1595 pidió al Señor la gracia de conocer el “sufrimiento desnudo”. En el otoño de 1602 contrajo una grave tuberculosis pulmonar

El 24 de junio de 1604 vivió su último éxtasis y entró en el “sufrimiento desnudo”. Permaneció así, “con gran desolación”, hasta su muerte, ocurrida el 25 de mayo de 1607.

Su fama de santidad, ya evidente en vida, creció aún más tras su muerte. Fue beatificada en 1626 por Urbano VIII y canonizada el 28 de abril de 1669 por Clemente IX.

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