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10 de mayo: San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia

Maestro de Santos 

Fue conocido como el Apóstol de Andalucía, gran predicador y maestro espiritual que condujo a muchas almas por el camino de la santidad, y cuya palabra suscitaba conversiones entre quienes le escuchaban.

Se llamaba Juan de Ávila. Nació en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), hacia 1499 o 1500, en el seno de una familia profundamente religiosa y acomodada, propietaria de una mina de plata.

A los catorce años inició estudios de Derecho en la Universidad de Salamanca, pero pronto comprendió que aquella no era su vocación. Regresó entonces al hogar familiar y durante algunos años se dedicó a la vida ascética y a la oración. Posteriormente, estudió Artes y Teología en Alcalá de Henares, con el propósito de ordenarse sacerdote.

A la muerte de sus padres, vendió toda su herencia y distribuyó lo obtenido entre los pobres y necesitados. Fue ordenado sacerdote en 1526 y se trasladó a Sevilla con la intención de embarcarse como misionero hacia América. Sin embargo, el arzobispo de Sevilla, don Alonso Manrique, le disuadió, convenciéndole de que su misión era evangelizar Andalucía. Su primer destino fue Écija, donde comenzó a predicar, subrayando la importancia de la oración y de la vida interior.

Su estilo llamó la atención del tribunal de la Inquisición, que en 1531 abrió un proceso contra él. Permaneció encarcelado durante dos años, hasta ser absuelto de toda acusación. En ese tiempo profundizó en el misterio de la Pasión y Muerte de Cristo, hallando en la Cruz y en la Eucaristía el carisma espiritual que marcaría toda su vida.

Durante su reclusión comenzó a redactar su obra más conocida, que continuaría escribiendo hasta su muerte: Audi, filia, inspirada en el salmo 44.

Posteriormente se trasladó a Córdoba y frecuentó con asiduidad Granada. El 20 de enero de 1537, con ocasión de la fiesta de san Sebastián, patrono de los comerciantes, predicó cerca de la Alhambra. Aquel sermón provocó la conversión del portugués João Cidade Duarte, quien más tarde sería conocido como san Juan de Dios.

En mayo de 1539, otra de sus predicaciones conmovió profundamente al duque de Gandía, que había acudido a Granada para trasladar los restos mortales de la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos V. Aquel encuentro transformó su vida: ingresó en la Compañía de Jesús y llegó a ser su Prepósito General. Hoy la Iglesia lo venera como san Francisco de Borja.

Por su doctrina y su testimonio de vida, comenzó a ser conocido como el Maestro Juan de Ávila. Un grupo de sacerdotes se unió a él para extender su acción misionera. Su discípulo más destacado fue fray Luis de Granada, quien le cita a menudo y con gran aprecio. Fue también quien, diecinueve años después de su muerte, escribió su primera biografía: Vida del Padre Maestro Juan de Ávila (Madrid, 1588).

El pueblo lo buscaba y le seguía para escucharle. Promovió la catequesis de niños y jóvenes, impulsó la apertura de escuelas, atendió a los pobres, formó a los sacerdotes y ejerció con celo el ministerio de la dirección espiritual.

Tras el Concilio de Trento, trabajó incansablemente por la aplicación de sus decretos en las diócesis españolas. Mantuvo correspondencia espiritual con obispos, religiosos, sacerdotes y laicos. Entre ellos se cuentan san Ignacio de Loyola, san Juan de Ribera y santa Teresa de Jesús.

En 1554 se retiró a Motilla (Córdoba), acogido por una familia amiga. Falleció el 10 de mayo de 1569. El papa Benedicto XVI lo proclamó Doctor de la Iglesia el 7 de octubre de 2012.

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