21 de agosto: San Pío X, Papa
Desde el Véneto a la Cátedra de Pedro
Es conocido por haber elaborado el Catecismo que lleva su nombre, por haber concedido la Comunión a los niños a partir de los siete años, y también por haber promovido importantes reformas en la Iglesia. Es san Pío X, en el siglo Giuseppe Sarto. Nació en Riese, en la provincia de Treviso, el 2 de junio de 1835, siendo el primero de diez hijos de Giovan Battista Sarto y Margherita Sanson, una familia de origen humilde, pobre pero no miserable, al menos en sus primeros años. Desde pequeño mostró una intel...
Fue el Patriarca de Venecia, Jacopo Monico —también originario de Riese— quien, al conocer las cualidades del joven, cariñosamente llamado “Bepi” por su familia, le ofreció una beca para ingresar en el seminario de Padua. Allí, durante ocho años de estudios, destacó por sus excelentes resultados académicos.
No obstante, aquellos años estuvieron marcados por un acontecimiento doloroso: la prematura muerte de su padre, que precipitó a la familia en una situación de gran pobreza. Su madre, Margherita, fue su principal apoyo en la decisión de continuar el camino hacia el sacerdocio, aunque Giuseppe tuvo que asumir también el papel de cabeza de familia. Con grandes sacrificios y dificultades, logró mantenerse al frente del hogar, sin dejar de ayudar a quienes se encontraban en necesidad.
Fue ordenado sacerdote el 18 de septiembre de 1858, en la catedral de Castelfranco Veneto. Su primer destino fue como capellán en Tombolo, en la provincia de Padua. Nueve años después fue destinado a la parroquia de Salzano (Venecia). Como arcipreste, supo ganarse el afecto general gracias a su dedicación durante emergencias como la epidemia de cólera y a su generosidad con los pobres.
Precisamente en Salzano comenzó a redactar la obra que lo haría célebre en todo el mundo: un catecismo en forma de preguntas y respuestas, que se convertiría en un instrumento fundamental de formación religiosa para generaciones de fieles sencillos.
En 1875 fue nombrado canónigo de la catedral de Treviso y canciller episcopal. En este cargo demostró gran competencia en derecho canónico y una excelente habilidad para gestionar las relaciones con el Estado, evitando los frecuentes conflictos entre la Iglesia y las autoridades civiles.
En 1884 fue nombrado obispo de Mantua. Se trataba de una diócesis en profunda crisis, y León XIII consideraba a Sarto la última posibilidad antes de tener que intervenir de forma drástica. El nuevo obispo reorganizó la diócesis, reabrió el seminario, promovió el compromiso social y se convirtió en una figura de referencia también para el movimiento católico activo en el ámbito económico.
Sus logros le valieron el nombramiento como Patriarca de Venecia en 1893. En 1903, tras la muerte de León XIII, Sarto no figuraba entre los favoritos para sucederle. Se despidió de Venecia con la célebre frase: “vivo o muerto, volveré”.
El cardenal con más posibilidades era el Secretario de Estado Mariano Rampolla del Tindaro, pero su posición filofrancesa no agradaba al emperador de Austria, que vetó su elección. Aunque no fue el veto lo que determinó el cambio, los votos comenzaron a converger hacia el Patriarca de Venecia, que pidió a los cardenales que no votaran por él. Sin embargo, el 4 de agosto de 1903 fue elegido Papa con amplia mayoría.
Inmediatamente después de su elección, abolió el derecho de veto por parte de los Estados, consagrando la independencia definitiva de la Iglesia del poder temporal.
Puso en marcha profundas reformas de la Curia Romana: inició la codificación del Derecho Canónico, una empresa sin precedentes que duró veinte años; reformó las normas del cónclave, muchas de las cuales siguen vigentes hoy en día; reorganizó las Congregaciones vaticanas; impuso que los obispos residieran en sus diócesis y realizaran visitas pastorales regulares; reforzó la formación de los sacerdotes, haciendo obligatoria la formación en los seminarios. Luchó contra el modernismo para defender la pureza de la fe y promovió los estudios bíblicos.
Fue también el Papa que cambió el estilo del pontificado: introdujo las audiencias públicas, procuró simplificar los ceremoniales y mantuvo un estilo de vida humilde.
Tres de sus reformas son especialmente conocidas: el Catecismo, célebre por su claridad, sencillez y eficacia; la reforma de la música sacra, con la recuperación del canto gregoriano y de la liturgia musical; y la introducción de la Comunión a los niños, que permitió a los más pequeños, a partir de los siete años, participar plenamente en la Eucaristía, siempre que comprendieran la diferencia entre el pan común y el Pan consagrado, Cuerpo de Cristo.
Murió el 20 de agosto de 1914, pocos días después del estallido de la Primera Guerra Mundial. Había hecho todo lo posible por evitar el conflicto.
