3 de febrero: San Blas, obispo y mártir

No se dispone de información precisa sobre la figura de San Blas de Sebaste.
Lo que sabemos proviene de los Actas de San Blas, escritos en griego. Blas estudió filosofía en su juventud, ejerció como médico en Sebaste, en Armenia, su ciudad natal, y gozaba de gran estima. Cuando el obispo de la ciudad falleció, fue elegido por aclamación popular como su sucesor.
Según la Leyenda dorada, tras ser nombrado obispo, Blas se refugió en una cueva para escapar de las persecuciones del emperador, viviendo como ermitaño. Sentado a la entrada de la cueva, los animales se congregaban a su alrededor para recibir su bendición o para ser curados cuando estaban enfermos.
En el año 316, durante una cacería, unos soldados romanos descubrieron la cueva y, por orden de Agrícola, gobernador de Capadocia y de la Pequeña Armenia, arrestaron a Blas. Durante el trayecto hacia la prisión, salvó a un niño que tenía una espina de pescado atascada en la garganta. Blas fue golpeado, despellejado vivo con peines de hierro (los mismos que se utilizaban para cardar la lana) y, finalmente, decapitado por negarse a renunciar a su fe en Cristo.
Es un santo conocido y venerado tanto en Occidente como en Oriente. De hecho, su culto está muy extendido tanto en la Iglesia católica como en la ortodoxa. Se le invoca para aliviar el dolor de garganta.
Además, forma parte de los catorce llamados Santos Auxiliadores, es decir, aquellos a los que se recurre para la curación de enfermedades específicas. Es venerado en numerosas ciudades y localidades italianas, de muchas de las cuales es patrón. Es tradición, en el día de su memoria litúrgica, bendecir la garganta de los fieles con dos velas cruzadas.