17 de febrero: Siete Santos Fundadores de la Orden de los Siervos de María

Siete mercaderes unidos en la imitación y alabanza a la Virgen.
Siete mercaderes, en la festividad de la Asunción de María del año 1233, se reunieron en un oratorio de Florencia. Todos ellos eran acomodados y pertenecían a la antigua nobleza de la ciudad. Sus nombres eran: Bonfiglio Monaldi, Buonagiunta Manetti, Manetto dell’Antella, Amadio degli Amidei, Uguccione degli Uguccioni, Sostegno dei Sostegni y Alessio Falconieri.
Los unía su profunda devoción a la Virgen y su pertenencia a una cofradía dedicada a honrar a María, cuyos miembros eran llamados “Laudesi”. Todos sintieron el llamado a vivir al servicio de la Virgen y a seguir a Cristo. Tras consultar con el obispo de Florencia, Ardingo, quien los alentó en su propósito, emprendieron una nueva vida.
Lo primero que hicieron fue distribuir sus bienes entre los pobres; luego, vestidos con una sencilla túnica de color ceniza, se retiraron a una pequeña casa de campo en las afueras de Florencia. El 8 de septiembre de 1233, los siete iniciaron su vida en comunidad en Villa Camarzia, en la periferia de la ciudad.
Durante un año, se dedicaron a la oración y a una estricta penitencia. Cuando regresaron a la ciudad para consultar nuevamente al obispo, los niños que los veían pasar los saludaban llamándolos Siervos de María. Este título espontáneo, que se repitió varias veces, llevó al obispo de Florencia a confirmarlo oficialmente para los siete compañeros.
Deseando vivir en pobreza y retiro del mundo, en 1234 el obispo les donó un terreno en Monte Senario, a unos dieciocho kilómetros de Florencia. Allí construyeron una pequeña iglesia en honor a María y, alrededor de ella, sus celdas. Pasaban los días en oración y en la meditación de los sufrimientos de Jesús y de María.
Sin embargo, Bonfiglio Monaldi, el mayor del grupo y elegido como superior, comprendió que una austeridad tan extrema los conduciría a una situación insostenible. Decidió entonces recurrir a la limosna de los fieles y envió a Buonagiunta y a Alessio a pedir ayuda en Florencia. El camino era largo y peligroso, especialmente en invierno, por lo que solicitaron al obispo poder alojarse en el oratorio de Santa María de Cafaggio. Así comenzaron a ampliar el hospicio y a acoger a quienes deseaban formar parte de la nueva comunidad.
La tradición cuenta que el 25 de marzo de 1239, la Virgen María se les apareció rodeada de ángeles. Cada mensajero celestial llevaba un objeto simbólico: algunos presentaban los instrumentos de la Pasión; otros, la Regla de San Agustín; otros, un hábito negro con un escapulario. La Virgen los invitó a vestir el hábito de la penitencia y a seguir aquella Regla. Todos fueron ordenados sacerdotes, excepto Alessio, y se dedicaron a predicar los dolores de la Pasión del Señor y de María. Fue en 1239 cuando el legado pontificio, el cardenal Goffredo Castiglioni (futuro papa Celestino IV), les confió oficialmente la Regla de San Agustín.
Los siete vivieron rodeados de fama de santidad. El primero en fallecer fue Buonagiunta Manetti, el 13 de agosto de 1251; el último, Alessio Falconieri, quien murió el 17 de febrero de 1310 a los 110 años. En 1888, el papa León XIII canonizó conjuntamente a los siete compañeros, cuyos restos reposan en un único sepulcro en Monte Senario.