7 de marzo: Santas Perpetua y Felicidad, mártires

Dos madres unidas en el testimonio de Cristo hasta el supremo sacrificio de la vida
Dos jóvenes madres: una de 22 años, que amamantaba a su hijo, y otra embarazada de ocho meses. Ambas eran catecúmenas y fueron encarceladas en Cartago, bajo el mandato del emperador Septimio Severo, en el año 203. Sus nombres eran Perpetua y Felicidad. Procedían de distintos estratos sociales: Perpetua, una joven patricia; Felicidad, su sierva. Sin embargo, las unía su fe en Cristo y el destino del martirio. Fueron arrestadas junto con Sáturo, su catequista, y otros catecúmenos: Saturnino, Revocato y Secundulo.
Conocemos detalles de su pasión y de lo que aconteció durante su encarcelamiento gracias al diario que Perpetua escribió y que, más tarde, se enriqueció con otros relatos hasta conformar los Acta Perpetuae et Felicitatis. Su padre intentó por todos los medios persuadirla para que realizara sacrificios a los dioses en nombre del amor materno, pero su fe se mantuvo inquebrantable.
Por su parte, Felicidad temía no poder compartir el martirio con sus compañeros, ya que su embarazo la protegía de la ejecución, pues la ley prohibía ajusticiar a mujeres en estado de gestación. Sin embargo, dio a luz tres días antes de su suplicio, lo que le permitió unirse a sus compañeros en el testimonio supremo.
Las dos mujeres fueron conducidas al anfiteatro, envueltas en una red y expuestas a las cornadas de una vaca furiosa. Mientras entonaba los salmos, Perpetua animaba a sus compañeros ante la multitud expectante. Finalmente, fueron ejecutadas por decapitación.
Según los Acta, algunos testigos afirmaron: “Sus rostros resplandecían con una belleza radiante. No reflejaban miedo, sino una alegría serena”.
Tras su muerte, el culto a estas dos jóvenes mártires se propagó rápidamente por toda la Iglesia, y su dies natalis fue incluido en la Depositio martyrum, el antiguo calendario litúrgico de la Iglesia de Roma.