20 de noviembre: San Edmundo, rey y mártir
Modelo de soberano justo y fiel
San Edmundo ocupa un lugar singular en la memoria cristiana como figura de soberano valeroso y testigo inquebrantable de su fe. Su historia se sitúa en el siglo IX, cuando, siendo muy joven, asumió el gobierno de la Anglia Oriental, una región inglesa sacudida por las tensiones y violencias provocadas por las incursiones nórdicas.
No se poseen datos ciertos sobre su nacimiento ni sobre sus orígenes reales: las tradiciones que lo presentan como descendiente de un rey sajón adoptado al otro lado del Canal se consideran poco fiables por los estudiosos, pero ello no ha impedito que su figura arraigue profundamente en el imaginario colectivo.
El reino que le tocó gobernar vivía bajo la amenaza constante de los daneses, que habían pasado de ser simples saqueadores a convertirse en conquistadores y aspirantes al dominio de la isla. Bajo el mando de Halfdene, Hinguar y Hubba, alternaban devastaciones e intimidaciones con exigencias de sometimiento y tributos. El año 869 marcó un punto de inflexión: la Anglia Oriental fue asaltada, saqueada y finalmente “invitada” a plegarse al nuevo poder. Edmundo se negó con firmeza, permaneciendo fiel tanto a su pueblo como a su fe. Derrotado en batalla y capturado, se le ofreció conservar la vida si renunciaba a Cristo y reconocía la autoridad danesa. Su respuesta, reiterada sin vacilación alguna, fue negarse.
Los relatos posteriores narran que fue atravesado por una multitud de flechas, convirtiéndose así en mártir cristiano. Aunque la tradición presenta lagunas históricas, contribuyó decisivamente a transformar a Edmundo en modelo de soberano justo y fiel, hasta el punto de que, ya antes de finalizar el siglo IX, las monedas acuñadas durante su reinado eran conocidas como “peniques de San Edmundo”, signo de una devoción popular muy arraigada.
Sus reliquias hallaron reposo definitivo en Beadoricesworth —la actual Bury St Edmunds—, que se convirtió en centro de un culto que superó las fronteras inglesas y se extendió también por diversas regiones francesas y alemanas. Allí surgieron instituciones religiosas dedicadas a su nombre, entre ellas la congregación de los Sacerdotes de San Edmundo. En la tradición iconográfica aparece con frecuencia representado con la corona real y las flechas de su martirio, y con el tiempo ha sido reconocido como patrono de los soberanos y de cuantos buscan justicia frente a las injusticias sufridas.
El Martirologio Romano conserva su memoria como rey de los anglos orientales que, caído en manos de invasores paganos, alcanzó la corona eterna por medio del martirio.
