7 de diciembre: San Ambrosio, Obispo y Doctor de la Iglesia
Guía espiritual y civil
Desplegó una intensísima actividad pastoral, sin descuidar la asidua frecuentación de la Escritura. Es San Ambrosio, nacido en el año 339 en Tréveris, en el seno de una familia romana ya arraigada en la fe cristiana; su padre desempeñaba entonces el prestigioso cargo de prefecto del pretorio de la Galia. A la muerte del progenitor, la familia regresó a Roma, donde el joven completó su formación jurídica y retórica. Gracias a sus competencias, ingresó en la administración imperial: primero como abogado en la prefectura del pretorio de Sirmio (en la actual Bosnia) y, posteriormente, como consularis de la región Emilia-Liguria, gobernada desde Milán.
Cuando el obispo arriano Auxencio murió, la ciudad se vio sacudida por tensiones entre católicos y arrianos. Ambrosio, intentando restablecer la calma, se presentó en una iglesia y pronunció un discurso invitando a la concordia. Fue entonces cuando, de improviso, un niño gritó su nombre proclamándolo Obispo. Aquel sencillo clamor fue inmediatamente amplificado por la multitud, que lo transformó en una petición unánime. Tras un momento de sorpresa e incertidumbre, Ambrosio reconoció en aquella voz colectiva la voluntad de Dios. Aunque era aún catecúmeno, en el plazo de una sola semana recibió el bautismo, fue instruido por el presbítero Simpliciano y, finalmente, recibió la ordenación episcopal el 7 de diciembre del año 374, pese a sus resistencias.
El nuevo encargo era gravoso, pero Ambrosio se entregó a él con sorprendente rapidez. Se dedicó al estudio profundo de la Biblia y de los escritores cristianos, convirtiéndose pronto en guía espiritual. Gracias a su autoridad personal, llegó a ser consejero de varios emperadores ( Graciano, Valentiniano II en Sirmio y, finalmente, Teodosio I) , sin vacilar en oponerse a la emperatriz Justina, defensora del arrianismo. Fue célebre también su enérgico enfrentamiento con Teodosio, quien en el año 390 había ordenado una sangrienta represión en Tesalónica; Ambrosio le negó la entrada en la iglesia hasta que realizase una penitencia pública, reafirmando así la independencia de la Iglesia frente al poder político.
Su ministerio, sin embargo, se distinguió sobre todo por la caridad, por la reforma de la liturgia (de él tomó forma el rito ambrosiano) y por la formación espiritual de las almas; célebre fue la influencia decisiva que ejerció sobre San Agustín. Sus obras, que abarcan la teología y la exégesis, la moral y la liturgia, lo llevaron a ser reconocido como uno de los primeros cuatro Doctores de la Iglesia, junto a Agustín, Jerónimo y Gregorio Magno. Murió el 4 de abril del año 397, Sábado Santo.
