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7 de enero: San Raimundo de Peñafort

Un jurista al servicio de la evangelización

Cofundador de la Orden de los Mercedarios y Maestro General de los Dominicos, San Raimundo de Peñafort fue, sobre todo, un célebre experto en derecho canónico. Nació entre 1175 y 1185 en Villafranca del Panadés y estudió en la Catedral de Barcelona, donde posteriormente enseñó retórica y lógica.

En 1210 se trasladó a Bolonia para estudiar derecho civil y canónico, donde tuvo la oportunidad de conocer a Santo Domingo. Tras obtener el doctorado en 1216, se convirtió en profesor, impartiendo sus clases de forma gratuita y viviendo de una pensión otorgada por la ciudad. En 1218, el arzobispo de Barcelona, de paso por Bolonia, lo invitó a regresar a su tierra natal. Volvió en 1220 y fue nombrado canónigo de la catedral, llegando más tarde a ser preboste del capítulo. Cuando los dominicos abrieron un convento en Barcelona, el Viernes Santo de 1222, Raimundo ingresó en la Orden de Predicadores.

En 1223 colaboró con San Pedro Nolasco en la fundación de la Orden de los Mercedarios, dedicada al rescate de cautivos. Compuso la Summa Iuris y escribió también la Summa poenitentiae o Summa casuum, obra que ofrecía soluciones a los casos de conciencia más comunes presentados a los confesores.

En 1229, el legado pontificio Jean d’Abbeville, de paso por Barcelona, lo tomó como asistente y lo recomendó al papa Gregorio IX. El Pontífice lo llamó a Roma, lo nombró penitenciario y le confió la tarea de recopilar las decisiones papales del último siglo. Así surgieron las Decretales de Gregorio IX, promulgadas en 1234, la primera recopilación oficial del antiguo derecho eclesiástico, que sirvió como Código de Derecho Canónico de la Iglesia hasta 1917.

En 1238 fue elegido Maestro General de la Orden de los Dominicos, sucediendo al beato Jordán de Sajonia y redactando las nuevas Constituciones de la Orden. Animó a Santo Tomás de Aquino a escribir la Summa contra Gentiles, destinada a ayudar a los misioneros en su labor evangelizadora.

A los setenta años, se retiró de toda responsabilidad oficial y regresó a su tierra natal, donde se dedicó a la predicación y a la conversión de no cristianos. Falleció centenario en 1275 y fue enterrado en la Catedral de Barcelona.

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