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1 de diciembre: San Charles de Foucauld

Hermano Universal

Hermano universal, en busca del designio de Dios sobre él, se enamoró de Cristo y de la humanidad, viviendo el Evangelio entre los pequeños y los últimos de la tierra. Es San Charles de Foucauld, nacido en Estrasburgo el 15 de septiembre de 1858. Quedado huérfano cuando era todavía un niño, fue acogido y criado por su abuelo. El estallido de la guerra de 1870 obligó a la familia a trasladarse a Nancy, ciudad en la que Charles prosiguió los estudios de bachillerato.

En 1876 decidió abrazar la vida militar, ingresando en la Academia de Saint-Cyr. En aquellos años, sin embargo, la fe recibida en la infancia comenzó a apagarse: vivió un periodo de inquietud, desorden y aislamiento. Concluyó la formación en la Escuela de Caballería de Saumur, iniciando una breve experiencia en el ejército.

En 1882 dejó el uniforme para explorar Marruecos. Este viaje le cambió el corazón: le sorprenden la acogida de las poblaciones locales, la grandeza del desierto y, sobre todo, su fe en un Dios único. De regreso en París, ya no logró encontrar paz. Las preguntas sobre Dios le atormentaban.

Su prima Marie le orientó hacia el padre Henry Huvelin, a quien Charles se dirigió en busca de aclaraciones sobre la religión cristiana. Huvelin, intuyendo la profundidad de su búsqueda, le invitó a confesarse y luego a comulgar. Fue el inicio de la conversión, situada en torno al 30 de octubre de 1886. Después partió como peregrino a Tierra Santa, donde en Nazaret contempló la vida sencilla y escondida de Jesús trabajador.

En enero de 1890 ingresó en la Trapa de Notre-Dame des Neiges, en Francia. Poco después fue enviado al monasterio trapense de Akbès, en Siria, pero allí tuvo la sensación de no realizar plenamente aquel modelo de vida evangélica que buscaba. A comienzos de 1897 se le concedió seguir otros caminos.

Se estableció de nuevo en Tierra Santa, viviendo durante tres años cerca de las Clarisas de Nazaret, convirtiéndose en su asistente doméstico. Habitaba en una pobrísima choza, y repartía los días entre silencio, adoración y estudio de la

Escritura. Entretanto, maduraba el proyecto de fundar un modo nuevo de vivir la vida religiosa inspirado en la cotidianidad de Nazaret. Ya había redactado una primera Regla en 1896; entre 1899 y 1902 amplió su contenido, preparando Constituciones y Directorio para futuras fraternidades de Hermanitos y Hermanitas. Sin embargo, nadie le seguiría durante su vida.

El amor por Jesús le impulsó a hacerse prójimo de todos, en particular de quienes no le conocían. Por ello aceptó ser ordenado sacerdote con cuarenta y tres años, decidido a llevar el Evangelio “entre los hombres más heridos y abandonados”. Se trasladó a Béni-Abbès, en la frontera entre Argelia y Marruecos, para vivir en la oración y en la adoración, deseoso de convertirse en un “hermano universal”.

Como no podía regresar a Marruecos por motivos políticos, se adentró en el sur argelino, en las tierras de los tuareg, estableciéndose en Tamanrasset. Allí aprendió la lengua, compartió la vida de la población, recogió por escrito tradiciones y cultura locales, convencido de que el Evangelio debía arraigarse en la historia concreta de las personas.

Murió el 1 de diciembre de 1916 ante el pequeño fortín que había construido como refugio para los habitantes durante la guerra. Un disparo, efectuado durante un enfrentamiento con grupos rebeldes, puso fin a su vida.
La semilla sembrada por Charles germinaría después de su muerte: hombres y mujeres, laicos y consagrados, darían vida a diversas familias espirituales, todas animadas por el mismo deseo que le había guiado a él: conformar la propia vida al único modelo, Jesús de Nazaret.

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