5 de diciembre: San Sabas, archimandrita abad
Guía de muchos monjes
San Sabas nació, en el año 439, en las cercanías de Cesarea de Capadocia. Criado en una familia profundamente vinculada a la fe cristiana, fue confiado desde muy joven a las enseñanzas del monasterio de Flavianae, donde recibió una formación sólida y maduró el deseo de abrazar la vida religiosa.
En torno a los dieciocho años emprendió una peregrinación hacia Tierra Santa, deteniéndose a lo largo del camino en diversas comunidades de monjes: cenobios organizados, grupos de ermitaños dispersos en cuevas o pequeñas chozas, distintas formas de vivir una misma vocación.
Durante este viaje encontró al monje Eutimio, apodado “el Grande”, que se convirtió en su guía. Con él compartió durante años la existencia austera de los eremitas de la región del Jordán. A la muerte de su maestro, decidió retirarse a las cercanías de Jerusalén, en el valle de Cedrón. Allí, poco a poco, en torno a su experiencia espiritual se congregó un grupo cada vez más numeroso de discípulos, hasta formar una laura, una estructura monástica típica del Oriente cristiano: un conjunto de celdas y pequeños asentamientos eremíticos que, con el tiempo, llegaría a reunir a unos ciento cincuenta monjes, convirtiéndose en punto de referencia para muchas otras comunidades similares.
En el año 492 recibió la ordenación sacerdotal y el Patriarca Elías de Jerusalén lo designó archimandrita, responsable de los anacoretas de toda Palestina. Viviría aún muchos años, conservando su función y su autoridad espiritual, hasta su muerte, ocurrida a edad muy avanzada, en el año 532.
