27 de noviembre: San Virgilio de Salzburgo
Un monje al servicio de la evangelización
Virgilio, nacido en Irlanda en el siglo VIII, pertenecía a la tradición de los monjes itinerantes que abandonaban su tierra para emprender largos peregrinajes religiosos. Partió hacia el año 743 con la intención de llegar a Palestina, pero interrumpió el viaje.
Se detuvo en Francia, donde fue recibido por el rey Pipino el Breve y pasó dos años en Cressy, cerca de Compiègne. Después se trasladó a Baviera, invitato por el duque Odilón, donde se puso al servicio de san Ruperto, considerado el principal evangelizador de Austria. Más tarde fue puesto al frente del monasterio benedictino de San Pedro en Salzburgo y, hacia el 765, recibió también la responsabilidad de la diócesis de la ciudad.
Este nombramiento no agradó a Bonifacio, el gran misionero de Germania, que contestó el hecho de no haber sido consultado en calidad de representante del Papa. Por este motivo, la consagración episcopal de Virgilio tuvo lugar solo después de la muerte de Bonifacio.
Hombre culto y abierto al estudio, práctico y emprendedor, Virgilio se distinguió como pastor atento a la formación cristiana de la población y al apoyo a los más vulnerables. Durante su episcopado, Salzburgo y la región bávara vivieron un periodo de renovación tanto religiosa como civil. A él se debe la construcción de la primera catedral de Salzburgo en el año 774 y la fundación del monasterio de San Candido, en el Alto Adige.
Murió el 27 de noviembre del año 784 y, muchos siglos más tarde, en 1232, el papa Gregorio IX lo proclamó santo. Hoy sus reliquias se conservan en la catedral de Salzburgo.
