28 de noviembre: San Jacobo de la Marca, Franciscano
Promotor de la paz
San Jacobo de la Marca, nacido como Domenico Gangale el 1 de septiembre de 1393 en Monteprandone, en la región de Ascoli, pasó su juventud dedicado al estudio. Asistió primero a las escuelas de Ascoli Piceno y posteriormente a la Universidad de Perugia, donde obtuvo el grado en Derecho civil y canónico.
Inició la carrera forense ejerciendo la profesión de notario en Florencia y, más tarde, la de juez en Bibbiena. Sin embargo, la vida en los tribunales, distante de la inclinación religiosa que sentía en su interior, le llevó a renunciar a la justicia secular para hacerse fraile en el convento asisiense de Santa María de los Ángeles.
El 13 de junio de 1420 recibió la ordenación sacerdotal. A partir de ese momento, su fama se difundió rápidamente: sus predicaciones, directas e incisivas, congregaban multitudes allí donde hablaba. Su enseñanza, centrada en los fundamentos de la fe cristiana, se dirigió también contra grupos heréticos, especialmente los fraticelos, que llegaron incluso a amenazar su vida. El papa Eugenio IV le confió encargos específicos contra las herejías de la otra orilla del Adriático y delicadas misiones diplomáticas en los territorios de la Europa centro-oriental. Desempeñó un papel esencial en procesos de reconciliación: gracias a su mediación, las ciudades rivales de Fermo y Ascoli concluyeron importantes acuerdos de paz en 1446 y posteriormente en 1463; en el mismo período contribuyó asimismo a resolver una disputa territorial entre Monteprandone y Acquaviva.
Su labor no se limitó a la predicación: promovió la redacción de nuevos estatutos para once ciudades y fundó numerosos Montes de Piedad, instrumentos creados para contrarrestar la usura. Fue autor de dieciocho volúmenes y fundó en el convento de Santa María de las Gracias, en Monteprandone, una amplia biblioteca destinada a los frailes y a los estudiosos. Murió en Nápoles el 28 de noviembre de 1476 y fue sepultado en la iglesia de Santa María la Nova. En 2001, sus reliquias fueron trasladadas al Santuario de Santa María de las Gracias en Monteprandone.