8 de julio: Beato Eugenio III, Papa
Discípulo de San Bernardo
«Apenas Pedro reconoció al Señor, se arrojó al agua y fue hacia Él, mientras los demás llegaron en la barca. [Este hecho…] es un signo de la singular autoridad de Pedro como Pontífice […]. [Pedro] recibió el gobierno de todo el mundo, no de una sola nave como ocurrió con los demás Apóstoles.
En efecto, el mar representa el mundo, mientras que las naves son las Iglesias [locales…]. Así, mientras cada uno de los demás obispos tiene su propia nave, a ti [al Papa] te ha sido confiada una sola, grandísima, compuesta por todas las demás, y es la Iglesia universal, extendida por toda la tierra» (De Consideratione II, VIII, 16).
Es el propio San Bernardo de Claraval quien escribe este tratado a su discípulo Bernardo Paganelli, elegido para la Cátedra de Pedro con el nombre de Eugenio III.
En aquella ocasión, en calidad de guía espiritual, Bernardo le dirigió la obra De Consideratione, con el propósito de ofrecerle consejos sobre cómo ser un buen Papa. En este escrito, que aún hoy constituye una lectura provechosa para todo Pontífice, san Bernardo no se limita a exponer cómo gobernar con rectitud la Iglesia, sino que comunica también una profunda reflexión sobre el misterio de la Iglesia y de Cristo, que culmina en la contemplación del misterio de Dios uno y trino.
La primera noticia cierta sobre Bernardo lo sitúa como subdiácono de la catedral de Pisa en septiembre de 1125, cuando firmó un acta solemne del arzobispo Ruggero. Aparece en segundo lugar entre los tres subdiáconos, lo que indica que no era ni el más joven ni el más veterano en su grado, sino que ocupaba ese cargo desde hacía ya algún tiempo. Esto permite suponer que había superado los veinte años, lo que sugiere que nació hacia el año 1100.
Cuando en 1133 Ruggero fue reemplazado por el arzobispo Huberto, Bernardo fue nombrado visdomino, es decir, administrador de los bienes diocesanos, una función que solía confiarse a canónigos en aquella época. Su actividad en ese cargo está documentada desde 1133 hasta el 9 de mayo de 1138.
Después de mayo de 1138 no se tienen más noticias de su presencia en Pisa; de hecho, desde el 10 de agosto de 1139, aparece ya sustituido en el cargo de visdomino por un laico, Omicio, designado por el arzobispo Baldovino. Esto confirma que Bernardo había abandonado Pisa para ingresar como monje en Claraval.
En poco tiempo, Bernardo se distinguió dentro de la Orden y, en 1141, fue enviado a Roma para convertirse en abad del monasterio de los santos Anastasio y Vicente en las Tres Fuentes, recientemente restaurado y confiado por el papa Inocencio II a los cistercienses.
Pocos años después, el 15 de febrero de 1145, fue elegido Papa, precisamente el mismo día de la muerte de su predecesor, Lucio II, herido en un asalto al Capitolio, sede del Senado romano. La elección de Bernardo, que tomó el nombre de Eugenio III, tuvo lugar de forma sorprendentemente unánime en el refectorio del monasterio de San Cesáreo en el Palatino. Fue entronizado en Letrán, pero ya en la noche entre el 16 y el 17 de febrero se vio obligado a abandonar Roma a causa de los disturbios, y encontró refugio en la abadía de Farfa, donde fue consagrado Papa el 18 de febrero, domingo de Sexagésima, llamado Exsurge.
El pontificado de Eugenio III estuvo marcado por numerosas dificultades, sobre todo a causa de la autonomía del Municipio de Roma, con el cual resultaba muy difícil establecer un diálogo, a pesar de las dotes diplomáticas del Papa. Por esta razón, Eugenio III pasó poco tiempo en Roma, con estancias breves y esporádicas, prefiriendo residir en otras ciudades del Lacio que permanecieron fieles al Papado, como Viterbo, Tuscolo, Ferentino y Segni.
Partió hacia Francia en los primeros días de 1147 desde Viterbo, acompañado por al menos diecisiete cardenales. El 20 de marzo, en Dijon, se reunió con Luis VII, al que coronó el 20 de abril en París, en la abadía de Saint-Denis. Promovió la defensa de la cristiandad y presidió cuatro concilios. Falleció el 8 de julio de 1153.
