5 de octubre: Santa María Faustina Kowalska
Mensajera de la Misericordia de Dios
Conocida como Apóstol de la Divina Misericordia y Maestra de vida interior, Santa Faustina Kowalska es una de las figuras espirituales más relevantes del siglo XX, amada en todo el mundo por la hondura mística de su experiencia y por su misión en la historia de la Iglesia. Nació el 25 de agosto de 1905 en la aldea polaca de Głogowiec, tercera de diez hijos de una humilde familia de campesinos, Marianna y Stanisław Kowalski.
Recibió el Bautismo dos días después de nacer, en la parroquia de Świnice Warckie, con el nombre de Helena. A los nueve años se acercó por primera vez a la Eucaristía y, aunque solo pudo asistir a la escuela durante pocos años, desde niña mostró una profunda sensibilidad hacia las cosas de Dios. Sintió la vocación religiosa ya a los siete años, pero sus padres, en dificultades económicas, le impidieron al principio ingresar en un convento.
A los 19 años, movida por una visión de Cristo sufriente, dejó su hogar y se trasladó a Varsovia, donde buscó una comunidad religiosa dispuesta a acogerla. Tras un año de trabajo como empleada doméstica para poder costearse la dote, fue aceptada por la Congregación de las Hermanas de la Bienaventurada Virgen María de la Misericordia. Era el 1 de agosto de 1925. Durante los trece años de vida religiosa, sor Faustina vivió en varios conventos de la Congregación: en Varsovia, Cracovia, Płock y Vilna. Desempeñó tareas sencillas y humildes —en la cocina, en el huerto, en la portería—, pero en su interior crecía una intensa vida mística.
Aquejada de tuberculosis y otras enfermedades, pasó largas temporadas en hospitales, viviendo el sufrimiento con espíritu de ofrenda por la salvación de las almas. Además de los padecimientos físicos, experimentó fenómenos espirituales extraordinarios: visiones, éxtasis, estigmas invisibles, el don de penetrar las conciencias e incluso experiencias místicas que ella misma describía como “esponsales” y “bodas espirituales” con Cristo. No obstante, el núcleo de su misión fue un mensaje urgente y universal: el de la Misericordia Divina.
A través de numerosas apariciones, Jesús le confió una tarea precisa: transmitir al mundo la verdad sobre su amor misericordioso hacia toda criatura. Le reveló asimismo nuevas formas de culto vinculadas a esta verdad: la imagen de Jesús Misericordioso con la inscripción «Jesús, en Ti confío»; la Fiesta de la Divina Misericordia, que debía celebrarse el domingo después de Pascua; la Coronilla de la Divina Misericordia; y la Hora de la Misericordia —las 15:00 horas—, para conmemorar la hora de la muerte de Cristo. A estas prácticas de devoción, el Señor asoció grandes promesas de gracia y de salvación, pidiendo a cambio una confianza absoluta en Él y obras concretas de misericordia hacia el prójimo. Sor Faustina murió el 5 de octubre de 1938 en Cracovia-Łagiewniki, con tan solo 33 años.
Dejó no solo un Diario espiritual de extraordinaria profundidad, sino también las bases de un movimiento espiritual destinado a difundirse por todo el mundo: el Movimiento Apostólico de la Divina Misericordia, que continúa su obra mediante la oración, el testimonio y las obras de caridad. Su Diario espiritual, en el que consignó las palabras de Cristo y sus experiencias interiores, es considerado hoy un texto fundamental de la espiritualidad cristiana del siglo XX. San Juan Pablo II, gran devoto suyo y compatriota, la beatificó en 1993 y la canonizó el 30 de abril del año 2000, en el primer domingo después de Pascua, instituyendo oficialmente la Fiesta de la Divina Misericordia. Hoy, las reliquias de Santa Faustina se custodian en el Santuario de la Divina Misericordia de Cracovia-Łagiewniki, meta de peregrinaciones procedentes de todo el mundo.
