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29 de octubre: San Honorato de Vercelli, obispo

Fiel testigo de la herencia de Ambrosio

San Honorato es una figura central en la historia de la Iglesia vercelense, recordado por su profunda espiritualidad, su entrega al servicio eclesial y el vínculo privilegiado que le unió a dos grandes santos: Eusebio y Ambrosio. Originario de la comunidad monástica fundada por San Eusebio en Vercelli, Honorato fue su discípulo y compañero de exilio durante las persecuciones arrianas. Aquel ambiente ascético y formativo le preparó para desempeñar un papel destacado en la vida de la Iglesia.

En el año 396, tras la muerte del obispo Limenio, la diócesis de Vercelli atravesaba un momento crítico. La situación estaba alterada por tensiones internas y por la influencia desestabilizadora de dos religiosos procedentes de Milán, que habían abandonado la sana doctrina para difundir ideas afines a las de Joviniano, contrarias a la ascesis y a la continencia cristiana. Sus palabras contribuyeron además a suscitar sospechas contra Ambrosio, obispo de Milán, injustamente acusado de ser responsable del desorden.

Para restablecer la paz en la Iglesia vercelense, Ambrosio escribió una larga carta a la comunidad exhortándola a una elección sabia del nuevo obispo. Este escrito, conocido como Ad ecclesiam Vercellensem, fue su último texto antes de morir. No bastándole con ello, Ambrosio se desplazó personalmente a Vercelli para orientar la designación del nuevo pastor. Su propuesta recayó en Honorato, figura conocida y apreciada tanto en el cenobio como entre el clero local.

Su elección calmó los ánimos y puso fin al periodo de tensiones. Honorato asumió así la guía de la diócesis como tercer obispo después de Eusebio y Limenio, continuando con firmeza y fidelidad a la doctrina católica la herencia de su maestro.

Al año siguiente, en 397, Honorato se dirigió a Milán al enterarse de que Ambrosio estaba gravemente enfermo. Según relata su biógrafo Paulino, fue él quien administró el viático al obispo moribundo durante la noche del Viernes al Sábado Santo (3-4 de abril). Este gesto selló el profundo vínculo de respeto y gratitud que le unía a Ambrosio, figura determinante en su itinerario eclesial.

Durante sus veinte años de episcopado, Honorato fue un guía autorizado para la Iglesia de Vercelli. La inscripción grabada en su tumba, hallada en 1575 junto a las de Eusebio y Limenio en la iglesia de San Eusebio, lo describe como un pastor ejemplar, firme en la doctrina y ajeno a las desviaciones teológicas de su tiempo, incluida la herejía arriana, aún extendida.

Según esta inscripción poética, fue un hombre de oración y de acción, que enseñó el Evangelio con coherencia y lo vivió con humildad y celo pastoral. Algunas fuentes afirman además que padeció la cárcel y el exilio, experiencias compartidas con Eusebio, signo de su compromiso inquebrantable en defensa de la verdadera fe.

Honorato murió el 29 de octubre del año 415. Su figura fue objeto inmediato de veneración por parte de la Iglesia local, que lo reconoció como santo. Su culto ha permanecido vivo a lo largo de los siglos, testimoniado por la liturgia y por la memoria histórica de la diócesis vercelense.

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