Seleccione su idioma

9 de junio: Beata Ana María Taigi, madre de familia

El matrimonio: camino hacia la santidad

Mujer, laica, esposa, madre de siete hijos, y terciaria de la Orden de la Santísima Trinidad. Así fue la Beata Ana María Taigi, quien alcanzó la santidad en el estado matrimonial. Nació en Siena el 29 de mayo de 1769 y fue bautizada al día siguiente. Debido a dificultades económicas, su familia —sus padres eran Luigi Riannetti y Maria Masi— se trasladó a Roma cuando ella tenía seis años. En la capital fue confiada a las Maestras Pías Filipenses, donde, en tan solo dos años, recibió una educación completa.

Para contribuir al sustento familiar, Ana María desempeñó diversos trabajos, incluso los más humildes. Siendo aún joven, contrajo matrimonio con Domenico Taigi, un hombre devoto pero de carácter difícil. Ella aceptó todas las pruebas con espíritu cristiano, procurando siempre vivir en el ejercicio de las virtudes. Durante cuarenta y nueve años vivió un matrimonio profundamente cristiano, cimentado en la paciencia, la dulzura y la caridad cotidianas.

Consideraba el matrimonio como una misión confiada por Dios, y convirtió su hogar en una suerte de santuario familiar, donde el Señor ocupaba siempre el primer lugar. Fue siempre respetuosa con su esposo, evitando todo motivo de discordia y esforzándose por preservar la paz del hogar.

La casa de Ana María Taigi era frecuentada por personas de muy distintos orígenes sociales y culturales. El cardenal Pedicini, quien junto a monseñor Raffaele Natali fue su director espiritual, enviaba a ella numerosos fieles en busca de orientación espiritual o consejos para la vida interior.

Fue una mujer humilde, laboriosa, atenta a las necesidades de su familia y, en la medida de sus posibilidades, generosa con los pobres. Tuvo siete hijos, de los cuales tres murieron en la infancia. A los cuatro restantes los educó en la fe con esmero y firmeza.

Cultivó una profunda devoción a la Santísima Trinidad, a Jesús Eucaristía, a la Pasión de Cristo y a la Virgen María, hacia la cual sentía un amor tiernísimo.

El 26 de diciembre de 1808 ingresó en la Tercera Orden Trinitaria, de la que vivió plenamente el espíritu. Recibió de Dios dones carismáticos extraordinarios, entre los cuales el más singular fue el de contemplar, durante cuarenta y siete años, un sol místico ante sus ojos: en él le eran revelados acontecimientos del mundo y el estado de las almas, vivas y difuntas.

Falleció el 9 de junio de 1837, y fue beatificada por Benedicto XV el 30 de mayo de 1920. Su cuerpo se venera en Roma, en la basílica de San Crisógono, en la capilla que lleva su nombre.

Seleccione su idioma