12 de enero, San Antonio María Pucci, de la Orden de los Siervos de María
El “Curita” que se entregó por completo a sus feligreses
Nunca se echó atrás ante las necesidades de su pueblo. Se entregó totalmente a todos con caridad, llegando incluso a donar sus propias vestiduras para ayudar a los pobres. Enfrentó con valentía la hostilidad de algunos ciudadanos anticlericales y, mientras distribuía alimentos por las calles de Viareggio, llegó a ser agredido con palos. Para todos, era conocido como el Curita y lo identificaban con la presencia de Dios entre la gente. Era el padre de los más pobres, el apoyo de los marineros que afrontaban las inclemencias del tiempo para alimentar a sus familias. Todos sabían que podían contar con la oración de este fraile, de baja estatura, pero con un corazón grande y siempre abierto a las necesidades ajenas.