24 de marzo: Santa Catalina de Suecia

En la escuela de Santa Brígida
Pertenecía a la familia real de Suecia por parte de su madre, Santa Brígida, y de su padre, Ulf Gudmarson. Es santa Catalina de Suecia, nacida hacia el año 1331, confiada desde niña al cuidado de las monjas cistercienses de Risaberg. A pesar de su voluntad, hubo de abandonar el monasterio, pues su padre la había prometido en matrimonio al caballero Edgar von Kyren, con quien contrajo nupcias a la edad de dieciséis años. Su esposo, también muy piadoso, acordó con ella vivir en castidad. Catalina vivió su matrimonio cuidando de Edgar, que era inválido. En 1344 falleció su padre Ulf.
De común acuerdo con su esposo, en el Año Santo de 1350 emprendió peregrinación a Roma, junto con un grupo de fieles, para obtener la indulgencia jubilar. Allí se reunió con su madre, Brígida, que residía en la casa de la plaza Farnese y, el Jueves Santo de aquel año, recibió la noticia del fallecimiento de su marido. Decidió entonces quedarse en Roma junto a su madre, entregándose a la oración, a la penitencia, y participando con ella en una peregrinación a Tierra Santa. Catalina y su madre vivían en gran pobreza, compartiendo cuanto tenían con los necesitados y evangelizando a las familias nobles.
El 23 de julio de 1373 falleció Brígida, y Catalina quiso cumplir su deseo de llevar sus restos mortales de regreso a Suecia, al monasterio de Vadstena, fundado por la santa. Profundamente atraída por la espiritualidad de su madre, ingresó como religiosa en dicho monasterio, del que más tarde fue elegida abadesa. En 1375, a petición del rey y de los obispos suecos, Catalina volvió a Roma para obtener el reconocimiento de la Regla de la Orden del Santísimo Salvador, fundada por su madre. Se ocupó asimismo de recoger testimonios sobre Brígida para el proceso de canonización. Se entrevistó primero con Gregorio XI y luego con Urbano VI, quien aprobó la Regla de la Orden mediante bula del 3 de diciembre de 1378.
Concluida la recopilación de los documentos y entregados a la autoridad eclesiástica, Catalina regresó a Vadstena, ya gravemente enferma. Falleció allí el 24 de marzo de 1381. Fue sepultada en la iglesia del monasterio, rodeada por la veneración de los fieles.