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18 de marzo: San Cirilo de Jerusalén, Doctor de la Iglesia

Defensor de la fe frente a la herejía

Cirilo nació hacia el año 315 en Jerusalén o en sus alrededores, y recibió una sólida formación literaria, que constituyó la base de su preparación eclesiástica, centrada principalmente en el estudio de la Sagrada Escritura.

Tras ser ordenado sacerdote en el año 345 por el obispo Máximo, fue nombrado a su vez obispo de Jerusalén en el 348, poco después de la muerte o deposición de su predecesor, gracias a la ordenación conferida por Acacio, el influyente metropolita de Cesarea de Palestina. Acacio, de orientación filoarriana, esperaba encontrar en Cirilo un aliado. Por ello, Cirilo fue acusado de haber accedido al episcopado mediante compromisos con el arrianismo.

Sin embargo, muy pronto entró en conflicto con Acacio, no sólo por cuestiones doctrinales, sino también por disputas jurisdiccionales, al reivindicar la independencia de su diócesis respecto a la metrópoli de Cesarea. A lo largo de veinte años, Cirilo fue desterrado en tres ocasiones: la primera en 357, tras ser depuesto por un sínodo celebrado en Jerusalén; la segunda en 360, por orden del propio Acacio; y la tercera, la más prolongada, en 367, por disposición del emperador Valente, de tendencias arrianas. No fue sino hasta 378, tras la muerte del emperador, cuando Cirilo pudo regresar definitivamente a su sede, restableciendo la unidad y la paz entre los fieles. Falleció en el año 387.

Cirilo fue un predicador incansable, empeñado en formar un pueblo cristiano maduro en la fe. Son célebres sus catequesis bautismales, que pronunciaba durante la Noche Pascual para la formación de los neófitos, cerca del Sepulcro de Cristo, en el Calvario y en el Monte de los Olivos. Dichas catequesis le valieron ser proclamado Doctor de la Iglesia por el papa León XIII. Es venerado tanto por la Iglesia Católica como por la Iglesia Ortodoxa.

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